El Euroblog

El secuestro de Europa

La Razón
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El Consejo Europeo que reúne hoy y mañana en Bruselas a los líderes de los Veintisiete estará dominado por las exigencias de alguien que no asistirá a las reuniones en la capital bélga: el presidente checo, Vaclav Klaus, que con sus recientes demandas para firmar el Tratado de Lisboa pone el enésimo obstáculo a la imprescindible reforma institucional de la Unión Europea.

Klaus, que se autocalifica como un "disidente de Europa", exige que el Tratado de Lisboa incluya un protoclo que exonere a su país de la Carta de Derechos Fundamentales. El líder checo pretende evitar de esta manera que los tres millones de alemanes expulsados de Checoslovaquia tras la Segunda Guerra Mundial puedan reclamar sus derecho de propiedad en suelo checo en el futuro. La demanda, que cuenta con las simpatías del Gobierno eslovaco, centrará las discusiones de los jefes de Estado y de Gobierno europeos, que, en un principio, preveían dedicar la cumbre de otoño a consensuar los nombramientos de los futuros presidente del Consejo y del ministro europeo de Asuntos Exteriores.

La Presidencia sueca ha confirmado su optimismo en que los Veintisiete acepten satisfacer la reclamación extemporánea del inquilino del castillo de Praga, pero le exige que no demore más su firma del Tratado. Después de llevar meses jugando con el futuro del proceso de contrucción europea, Havel ha aceptado firmar el texto en las próxima semanas, una vez que el Constitucional checo se pronuncie el próximo 3 de noviembre sobre un recurso presentado por 17 senadores del partido fundado por el jefe de Estado checo.

Si no surgen nuevos imprevistos, Havel previsiblemete firmará el Tratado comunitario en noviembre y Lisboa entrará en vigor el 1 de diciembre. Este calendario obligaría a Suecia a convocar una cumbre extraordinaria en noviembre para nombrar a "Mr. Europa"y "Mr. Pesc". A Esapña, que asume la Presidencia de la UE el 1 de enero, le tocará poner en marcha la difícil transición al nuevo tratado, que rebaja considerablemente el peso desempeñado por el país que ejerce la Presdiencia de turno.

La difícil ratificación de Lisboa por la oposición de una minoría vuelve a poner de manifiesto la necesidad de acabar con la unanimidad en el proceso de construcción europea. No es ni viable ni justo que la posición de uno o varios países o de un dirigente paralice a la UE. Porque lo que está haciendo Klaus es secuestrar a Europa al retrasar en el tiempo la necesaria puesta al día de su funcionamiento para hacer frente al mundo globalizado. ¿Por qué una mayoría debe esperar a unos pocos?