Crítica de cine
En estado de Gracia
El Festival de Cine español en Málaga enfila su último día con sus dos películas habituales, pero de muy distinta factura y valoración. «Stockholm», de Rodrigo Sorogoyen, que, para empezar, yerra desde el titular, que no llegamos a entender. La cinta arranca con una fiesta bastante cutre en la que dos jóvenes hablan de un planazo en Estocolmo. Lo que resulta incomprensible es que en ningún momento posterior vuelve a aparecer ese personaje. Después nos lamentamos de que el cine pierde espectadores, de que si atravesamos una crisis tremenda, o de si los móviles han ganado terreno al cine; y yo añado que la tecnología que hoy tenemos al alcance, bien utilizada, es una herramienta de futuro increíble, pero siempre que se use bien. ¿Cómo se puede teñir una película de azul? Ignorancia pura y dura, sencillamente. ¿No será que la película de Sorogoyen está construida alrededor de un desenlace dramático?. Sea como fuere es una pena. Menos mal que en esta edición toca casi a diario una de cal y otra de arena. De la película floja ya hemos hablado y de la obra de arte lo hacemos ahora, con una directora en estado de Gracia (Querejeta) en «15 años y un día». ¡Qué placer ver una cinta de verdad! La historia se articula alrededor de un chico conflictivo, expulsado del colegio a donde lo envía su abuelo, un hombre sumamente estricto, solitario y separado de su mujer. La directora domina el mundo de los sentimientos en esta cinta, bien narrada, que posee ritmo y cuenta con un elenco al que se debería premiar sin excepción, encabezado por Maribel Verdú y Tito Puente, ambos de Goya. Una magnifica película a la que sólo pongo un pero: no me importa quién da el navajazo, sobra la explicación de lo que ocurrió.
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