Sevilla

«Eoloh!»: el viento del circo sopla de nuevo

«Eoloh!»: el viento del circo sopla de nuevo
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Un poco de historia del circo. A principios del siglo XIX se consolida el dúo entre el Augusto –maestro de ceremonias– y el payaso o «clown». La misión de estos dos cómplices: ofrecer al público la posibilidad de respirar con alivio, de reírse y relajarse tras la tensión, admiración, sorpresa y miedo que cada vertiginoso número generaba en el espectador. El circo se convierte entonces en un tiovivo de emociones que ahora, gracias al dios del viento, vuelve a Madrid. «Eoloh!» regresa a la cartelera –esta vez invocado durante cuatro semanas– para iniciar un viaje mágico, ese que procuraba el circo de toda la vida, pero con la vanguardia de las grandes producciones.

El corazón en un puño

El director de «Eoloh!», Manuel Coronado, reconoce que cada día es más complicado dejar boquiabierto al público, a pesar de llevar «toda una vida dedicada a soprender, pero sobre todo a emocionar» (suya es la inauguración de la Expo de Sevilla y un largo etcétera de ceremonias y espectáculos deportivos). «Eoloh!» cuenta con un buen arsenal para lograrlo: 22 artistas nacionales e internacionales, música original y efectos especiales. A pesar de que no haya carpa y el escenario no esté cubierto de arena y serrín, Coronado, romántico, incide en la esencia del circo. «Queremos contar una historia en la que la magia, la inocencia y la verdad estén presentes. Esos eran los pilares del circo y tienen que seguir siéndolo. Porque lo que lo diferencia respecto a otras artes es que todo lo que ocurre es verdad; aquí, o das el salto bien o no lo cuentas», explica el director.

La barra rusa, los trapecistas, los acróbatas desafiando la gravedad en un cubo o en un aro gigantes y el corazón en un puño, no sólo en las butacas sino también entre bastidores. «Hay que tener en cuenta que ''Eoloh!'' ha funcionado en distintos escenarios por toda España. Por ello, la puesta en escena ha de ser flexible, pero con un ajuste milimétrico –cables, cuerdas, trapecios–. ¡La regidora soporta unos niveles de estrés increíbles porque luego llega Eoloh y hace lo que le da la gana!», comenta con humor Coronado. Cuando habla se percibe esa inocencia y vulnerabilidad de un niño, características intrínsecas de los artistas circenses y que, admite, le han granjeado más de un problema en la vida cotidiana. «La alegría de vivir, estar cómodo y feliz con uno mismo, el tocar la fibra de la gente es hoy más necesario que nunca que transmitamos estas sensaciones», asegura. Eso sí, para ello hay que dejarse vergüenza y prejuicios a la puerta.