Política

La «Gloria» de los Goya

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Una nueva gala de los Goya –y ya van 34–, en esta ocasión desde Málaga. Asistió de esmoquin el Presidente Sánchez para cubrirse de gloria tras sobrevolar horas antes las zonas asoladas por una Gloria más dramáticamente auténtica.

También avaló a Abalos en su «delicada gestión diplomática» con la mano derecha del líder de referencia de sus socios, y atendió a los periodistas y a gran parte de la progresia autóctona, reunida en el tradicional autohomenaje del año.

Siempre me ha llamado la atención la curiosa idea del protocolo social de nuestra izquierda progre: habitualmente confunden la educación, la cortesía, las buenas maneras como algo propio de «la derecha» –antes era la casta– y, así, les vemos hacer ostentación de una imagen con la que parecen querer «hacer gala» de la ordinariez. Cuando menos, en su atuendo. Para comprobarlo, basta observar el hemiciclo del Congreso. Pero cuando asisten a «su Gala», no hay ni uno que no se ponga de rigurosa etiqueta protocolaria. Sin duda, es cuestión de prioridades: la sede de la soberanía nacional, de la Jefatura del Estado, o de la Presidencia del Gobierno, merecen menos respeto que la entrega de los premios a su genialidad. Solo expreso una opinión: viéndoles en acción en sus interminables discursos de autoagradecimiento, uno entiende por qué el actual cine español necesita y vive de la subvención pública. Con honrosas excepciones que confirman la regla, como Santiago Segura y Antonio Banderas. Y Cotelo.