Coronavirus
¿«Nueva» normalidad?
La traumática experiencia que padecemos está innovando hasta el lenguaje para describir estas vivencias que, por ser inéditas y tan irreales, parecía que no podían suceder. Así, llamamos «confinamiento» a lo que es una reclusión o arresto domiciliario, y «desescalada» al descenso tras aplanar la curva.
Pero lo que no es un mero error gramatical, y sí un hecho muy preocupante, es la suspensión a millones de ciudadanos de varios de sus derechos fundamentales amparados por la CE, bajo la cobertura de un mero estado de alarma y no de excepción. Algo con serios indicios de inconstitucionalidad: ante la duda, y dada la gravedad de las decisiones adoptadas, lo prudente y razonable hubiera sido «pecar» por exceso, y haber declarado el estado de excepción. Y que la oposición lo fuerce ahora, no apoyando más prórrogas.
Tampoco es un mero error gramatical hablar de «nueva normalidad», definida por la RAE como oxímoron o contradicción en sí misma, y que evoca la teoría marxista que concibe al «hombre nuevo», capaz de transformarse a sí mismo y de transformar la realidad con «valores nuevos», creando una «nueva normalidad». Algo que no es para tomárselo a broma con un Gobierno que tiene a varios comunistas en su seno: son los que califican de «popular» a su democracia allá donde gobiernan.
Por eso, yo solo espero poder volver a una «normalidad» que no necesite de adverbios ni adjetivos, porque sepamos claramente lo que es.
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