Opinión
Pedro y la realidad
No hay quien vea la solidez que pregona la ministra Calviño
Qué le vamos a hacer, la gente de ERC se ha puesto muy farruquita pensando que no podrá ver sus series preferidas en catalán, que tienen todo el derecho del mundo, y amenazan con no aprobarle los presupuestos a Pedro Sánchez. «Ay, esas cuentas, quién me las fía, que no me las van a aprobar». Con lo que cuesta que cuadren, con lo que hay que ceder para un mísero «sí» desde un escaño. Los partidos con poder cierran el grifo del dinero si ven desde el campanario que las nubes sobrevuelan su territorio y se les puede pudrir la cosecha. Ya lo han hecho en Andalucía, donde le dieron un aviso duro a «Moreno & Marín asociados» y al revés, pero esta vez en Madrid, con Vox jugando al tacticismo de salón con una Ayuso pletórica que saca sus cuentas primeras cuentas adelante.
Pero pese a lo que finalmente diga ERC, el problema de Sánchez se encuentra en su ilusoria realidad y se lo acaba de recordar la OCDE para desdicha de los españoles. No creceremos por encima del 4,5% y hasta 2023 no habrá recuperación económica, tal cual. Eso traducido para el que levanta la persiana a las siete de la mañana viene a decir, una vez más, que será la calle la que pague las consecuencias de un Gobierno zombi que nos aleja de los modelos europeos a pasos agigantados. Al ir a la tienda, aunque esto de la inflación digan que es temporal, su dinero valdrá menos y tendrá que hacer malabares para alcanzar el ansiado y efímero fin de mes. Eso no se lo dice la propaganda de la Moncloa, pero ya lo nota en el bolsillo, ¿verdad?
No hay quien vea la solidez que pregona la ministra Calviño, ésa es la realidad, y el brotecito verde en las listas del paro tiembla con las primeras restricciones que nos trae la variante Omicrom. Sánchez tiene un problema, que se llama como él mismo, lo sufrimos nosotros y ya no hay quién se lo crea.
Lo gris que se pone el panorama de los próximos meses ya pesa más que las malintencionadas previsiones del Gobierno que nos venden como certezas. El dinosaurio estará ahí aunque nos cierren los ojos.
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