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Política

Sin izquierda en más de 25 provincias

Iglesias sigue apretando. IU pide primarias y mandar. Nadie quiere a Díaz. La división amenaza entre 10 y 20 diputados clave. El PSOE ya no influye a su izquierda

Encuentro del Presidente del Gobierno Pedro Sánchez con el Presidente de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, en el Palacio de la Moncloa. Jesús G. FeriaLa Razón

Pablo Iglesias fue el socio incómodo y el vicepresidente molesto. Un matrimonio de conveniencia que ha terminado convertido en una guerra fría dentro de la izquierda. Pero Iglesias no olvida y ha puesto en marcha una operación para cobrarse la deuda. Su venganza pasa por borrar a Yolanda Díaz del tablero y por devolver a Pedro Sánchez al lugar donde lo encontró, fuera de La Moncloa.

El coste electoral de esta fractura está ya medido. Y si no, que le pregunten, por ejemplo, a Sumar. La Ley D`Hont penaliza la dispersión del voto y cuando dos partidos compiten por un mismo electorado, ninguno alcanza los mínimos necesarios en muchas provincias. En las elecciones generales de 2023, con Sumar y Podemos separados, ya hubo provincias donde su representación padeció por esta división. Si hoy concurriesen divididos, es muy probable que la izquierda alternativa no obtuviese escaño en al menos 25-30 provincias, según confirman en Sumar.

Desaparecerían, seguro, en las circunscripciones pequeñas, donde se reparten entre 3 y 6 escaños, y el umbral de entrada real supera el 12%. Ahí, citan a Soria, Teruel, Ávila, Segovia, Palencia, Cuenca, Huesca, Guadalajara, Zamora, Lugo, Orense, Huelva, Jaén, Cáceres, La Rioja, Burgos o Albacete. En todas ellas, la división significa cero diputados para la izquierda alternativa, con los escaños repartiéndose entre PP, PSOE y, en algunos casos, Vox.

También tienen delimitadas las provincias con riesgo medio, que rondan la quincena, y en las que colocan a Castellón, León, Badajoz, Salamanca, Toledo, Granada, Navarra, Almería o Cantabria. En ellas, si Sumar o Podemos caen por debajo del 5%, los votos se pierden y solo los socialistas podrían aguantar, en el mejor de los casos.

Conclusión sobre la izquierda alternativa: en 25 o más provincias los votos podrían no traducirse directamente en escaños, y esto puede significar la pérdida de entre 10 y 20 diputados clave, suficiente para impedir una mayoría de izquierdas en el Congreso.

Con esta realidad conocida por todos, en el cuartel morado trabajan con la hipótesis de que la izquierda no podrá reeditar tras las próximas elecciones generales la actual mayoría de investidura, y que a ellos lo que les interesa es cuidar su bolsa de fieles inquebrantables. Para lograrlo no necesitan cambiar de perfiles ni de discurso, ni siquiera mejorarlos, les basta con ser fieles a lo que siempre han sido y creen que la figura de Irene Montero –poco importa su mala gestión en el Ministerio de Igualdad– es una salida segura para las metas que se han fijado. Su primer objetivo es devorar a la plataforma que comparte con ellos espacio en la izquierda, y que «jugó sucio» (en alusión a Yolanda Díaz) para quedarse en el Gobierno, es decir, a Sumar. Segunda meta, consolidarse como alternativa al PSOE, pero en la oposición y sin que esto les exija un esfuerzo relevante en cuanto a resultados. Les basta con echar a la cuneta a Sumar y consolidarse con una mínima, pero decisiva, representación en el Congreso de los Diputados.

Los avatares de estos años han confirmado que tienen un suelo más que sólido, y un techo electoral que ellos mismos sitúan alrededor del 9%. Insisten: no necesitan unos resultados electorales espectaculares para hacer daño al PSOE. En el mapa territorial han marcado en rojo territorios como Madrid o Baleares, donde pueden aspirar a mejorar posiciones, y con «una docena de diputados» les bastaría más que de sobra para hacer realidad sus metas.

La vicepresidenta y ministra de Trabajo ha incumplido todas las expectativas clave, dibujando un proyecto político que, al menos hasta la fecha, tiene demasiadas debilidades y muy pocos logros. Esto sirve de acicate para que también Izquierda Unida (IU) se sienta necesitada de marcar un nuevo rumbo, siguiendo la estela de Podemos de abrir un proceso de debate interno que es más propio de una etapa de elecciones que del momento actual.

Después de aceptar la subordinación a Podemos y a Sumar, IU hace balance y concluye que esta fórmula no le ha dado los resultados esperados y ha supuesto devaluar su fortaleza territorial, de la que se han servido tanto Iglesias como Díaz. Desde la formación que dirige Antonio Maíllo han empezado a enarbolar la bandera de las primarias porque creen que su implantación territorial les permitirá ganarlas. En el horizonte están las elecciones en Castilla y León y en Andalucía.

IU comparte con Podemos las mismas críticas abrasivas contra la vicepresidenta Díaz. La acusan de haber diluido Sumar por sus intereses para mantenerse en el Gobierno. La ruptura formal con Podemos, a finales de 2023, acentuó aún más la fragmentación y la suma de sus votos es hoy menor que cuando concurrían juntos en 2019. También la responsabilizan de la pérdida de la identidad propia, del fracaso electoral reiterado, de fallar en las estrategias organizativas y de alianzas, y de haber hasta perdido el liderazgo de la comunicación.