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Jorge Fernández Díaz: "En el PP no ha habido renovación, sino revolución"

Foto: Miquel González/Shooting
Foto: Miquel González/Shootinglarazon

Hoy se presenta en Madrid –con la presencia de Mariano Rajoy– «Cada día tiene su afán» (Península), memorias de 40 años en primera línea de la política de Jorge Fernández Díaz. El ex ministro ofrece a lo largo de sus páginas un lúcido repaso a una trayectoria que abarca cuatro décadas de la historia del centro derecha en España.

–El libro comienza con un relato de su pasión por la política desde la más tierna infancia. ¿Volvería a escoger esta profesión?

–Sin duda. Sí. Nada menos que tres papas –Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco– han definido la política rectamente entendida como servicio al bien común y como una práctica eminente de la virtud cristiana de la caridad. La política es una nobilísima vocación. Juan Pablo II incluso nombró como patrono de los políticos y de los hombres de Gobierno nada más y nada menos que a Santo Tomás Moro, Lord Canciller de Enrique VIII como es sabido...

–Que acabó en el patíbulo...

–Que acabó en el patíbulo por ser más leal a su conciencia y convicciones que a Enrique VIII. Lo perdió todo, la hacienda y la vida, por ser leal a su conciencia por encima de todo. Te agradezco la pregunta porque volvería a elegir ser político... bueno, no digo volvería a elegir porque la vocación no la elegimos, nos viene dada. Sin duda, los momentos buenos han sido mayores que los momentos malos.

–En vísperas de la publicación de la sentencia del «procés», ¿cree que el problema en Cataluña va a más o se está desactivando por la pérdida de fuelle de los independentistas?

–La última Diada ha sido sensiblemente menos numerosa que las anteriores. Dicho esto, ha sido muy numerosa. Debemos asumir que vamos a tener que vivir con el independentismo durante tiempo. Ha sido un proceso lento en su desarrollo y rápido en su precipitación. Actuando sobre las causas que lo han provocado –que es donde hay que actuar– la respuesta no es inmediata. Me refiero a actuar en las escuelas para que no se siga explicando historia negativa en todo lo que hace referencia a España y positiva en todo lo que hace referencia a Cataluña.

–Pero el sistema educativo, precisamente por ir a la raíz, deja sentir su efecto a más largo plazo... hoy el gran educador es la televisión y esta sigue en manos de los independentistas.

–Es intolerable que existan medios públicos que estén informando (o desinformando) como están haciendo los de la Generalitat de Cataluña. Los medios públicos tienen que velar por el interés general y no pueden ser la plataforma de solo una parte de la sociedad. Tienen la obligación de ser veraces en la información que dan y al mismo tiempo recoger la diversidad que existe en la sociedad catalana. Por tanto, se tiene que aplicar la ley con todas las consecuencias.

–¿Se perdió una oportunidad en este sentido cuando se aplicó el 155 en la pasada crisis?

–Quiero ser sincero y justo. Había en general un cierto miedo escénico porque todo el mundo era consciente de que era una medida extrema y no se podían prever las consecuencias. Quiero recordar que Ciudadanos afirmó que no se debían matar moscas a cañonazos y pidió que no se activara el 155. El Partido Socialista fue totalmente contrario a que se interviniera la Corporación Catalana de Medios de Comunicación. Eso conviene decirlo y recordarlo. Era la primera vez que se activaba el 155, era munición de muy grueso calibre y debía ser utilizada con visión absoluta de Estado. Mariano Rajoy tenía la última palabra y quiso ir con los partidos constitucionalistas, el PSOE y Ciudadanos. Matemáticamente no tenía necesidad porque el PP tenía mayoría absoluta en el Senado pero desde mi punto de vista Rajoy actuó correctamente porque habría sido una irresponsabilidad no haber ido de la mano de los otros dos partidos, especialmente del PSOE. Ahora pasados dos años es fácil acertar la receta. Ahora podemos decir que el momento adecuado hubiera sido justo después de aquellas jornadas de vergüenza como fueron las del 6 y 7 de septiembre. Pero eso es muy fácil decirlo a dos años vista. Lo cierto es que en aquel momento ni PSOE ni Cs apoyaban el 155. Si hubiera que aplicar ahora el 155 evidentemente los medios públicos de la Generalitat deberían estar incluidos dentro de la aplicación porque en caso contrario tú estás interviniendo una autonomía y te la está radiando la Generalitat intervenida.

–En su libro cuenta el episodio del aviso de bomba en el Liceo en 1982 y la altura humana que demostró un adversario político como Pujol en aquella ocasión. ¿Se ha perdido esta altura de miras hoy en Cataluña?

–Indudablemente. Y no hay más que ver lo que acaba de suceder en el Parlament. Sabíamos que la moción de censura estaba matemáticamente perdida pero de lo que se trataba era de ganarla políticamente. Pero para eso las cosas hay que hacerlas bien. Y se hicieron no mal, sino muy mal. Esta moción se ha hecho en un periodo electoral y se ha hecho para sacar un rédito electoral. Eso es un pecado original que ha viciado toda la moción. Y la noticia al final ha sido la imagen patética de Álvarez de Toledo e Iceta reprochándose su conducta mutuamente. El señor Torra ha salido transitoriamente reforzado de este envite y los defensores de la Constitución más divididos y más debilitados.

–¿Cree que es reversible la atomización del centro derecha?

–La política consiste en hacer que lo necesario sea posible. Es evidente que con la ley electoral que tenemos la fragmentación debilita. Fraga lo entendió perfectamente y de la Alianza Popular de los siete magníficos se paso a una Coalición Popular unificada con el PDP y la Unión Liberal, y posteriormente, tras el proceso de refundación, al Partido Popular. Ahora estamos recorriendo el camino inverso. Hay que volver a un sano pluralismo en el que puedan sentirse identificadas sensibilidades diversas. Ese es el reto.

–¿Quizá falta un liderazgo idóneo?

–La sociedad en cada momento genera liderazgos adecuados al nivel de la sociedad. Para mí es muy triste comprobar cómo esos liderazgos no son los que ha habido en otros momentos de nuestra reciente historia. Pero la función crea el órgano. Creo que está faltando altura de miras. Hay que dejarse de vuelos gallináceos y aspirar a volar con vuelo de águila.

–¿Quién es el mejor estadista que ha conocido en sus 40 años en política?

–Siento una profunda admiración por Fraga desde la afinidad política. Desde la diferencia política es evidente que Felipe González ha sido un gobernante socialdemócrata que ojalá tuviéramos ahora.

–¿Ha perdido recursos y experiencia el PP en su reciente renovación?

–Soy parte afectada y desde luego comparto lo que Alberto Núñez Feijóo dijo en LA RAZÓN: en el PP ha habido demasiada jubilación anticipada. La renovación que ha habido en todos los partidos ha sido especialmente grave en el PP en la medida en que se trata de un partido de Gobierno con mucha experiencia acumulada. Perder ese activo no era necesario. Más que una renovación ha habido una revolución. Pero cada uno tiene derecho a sus aciertos y a sus equivocaciones. Y a asumir las consecuencias de ellas.