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Ceuta

Nuevas estrategias para sortear el refuerzo de la frontera con Ceuta

«Estamos poniéndonos telefónicamente en contacto entre nosotros para ver en qué momento del mes lo volvemos a intentar bien por la vía marítima o la terrestre», apunta Abdul.

Los inmigrantes subsaharianos buscan estos días nuevas estrategias para sortear los controles desplegados por Marruecos con el fin de frenar los intentos de entrada a la ciudad española de Ceuta.

"Estamos poniéndonos telefónicamente en contacto entre nosotros para ver en qué momento del mes lo volvemos a intentar bien por la vía marítima o la terrestre", apunta Abdul, un nigerino que lleva un año en Marruecos y que advierte de la presencia de una docena de furgonetas de las fuerzas auxiliares y de la policía en Benyunes.

Precisamente ayer, fuentes policiales españolas informaban de que las Fuerzas de Seguridad del Estado y la Gendarmería marroquí habían incrementado los controles y la vigilancia sobre la frontera de Benyunes tras detectar inmigrantes en este lugar.

Tras la tragedia de Tarajal, en la que murieron ahogadas 15 personas, los intentos de asalto de los inmigrantes a Ceuta se han visto truncados debido al aumento de efectivos españoles y marroquíes en la frontera.

En la carretera que conduce de Tánger a Castillejos, ciudad situada a los pies de la playa de Ceuta, grupos de jóvenes piden dinero y alimentos a los conductores de los coches que pasan.

Vienen del que llaman el "bosque grande"que se encuentra dentro de las montañas cercanas a Benyunes, uno de los puntos más calientes de Marruecos por donde intentan cruzar los inmigrantes, pero en menor medida a causa, según explican, de los radares térmicos y sensores de movimiento allí instalados.

Estos inmigrantes no se esconden ante los vehículos que pasan porque ya ni siquiera temen los arrestos policiales. "No tenemos nada que perder", destacan.

"He pasado todo el día en la carretera y ni un solo coche ha parado para ayudarme", comenta al finalizar la jornada David, un hombre de 28 años de Guinea Conakry, y que abandonó los estudios de sociología para lanzarse a una "aventura"que dura ya cuatro años y que se ha convertido en una pesadilla.

Ni el frío, ni la falta de abrigo amedrentan su tenacidad por llegar a España. Aseguran que no fue hasta que desembarcaron en Marruecos cuando se dieron cuenta de la difícil situación que les esperaba.

"Mi objetivo es saltar, por eso vivo en el bosque. De lo contrario esta vida no tendría sentido", subraya David, que se encuentra en la absoluta indigencia y que perdió su pasaporte en uno de los numerosos intentos que hizo por mar.

De vez en cuando, deciden aventurarse hasta Castillejos, ciudad a la que se conoce por el contrabando de mercancías, donde los vecinos siguen el curso normal de los días con sus mercados ambulantes.

Los marroquíes de esta localidad se han familiarizado con estos subsaharianos y les ofrecen ropa, comida, y personas como Mohamed un alquiler de un apartamento por 80 euros al mes a las afueras de la ciudad.

Abdul, por ejemplo, se pasea por las calles de Castillejos como un ciudadano más y entra de tienda en tienda saludando a los comerciantes que le reciben con los brazos abiertos.

En Benyunes, sin embargo, los ciudadanos son más reacios a acoger a los inmigrantes. "No han visto un negro en su vida", comenta Abdul, que destaca cómo desde esta localidad siempre intentan embarcarse en una zodiac con destino a España.

"Desde aquí podemos elegir entre ir a Algeciras o a Ceuta, aún con todo ahora a pesar de los radares pensamos en hacerlo también a pie (cruzando la frontera terrestre)", afirma Abdul.

Son muchos los que escogen la oscuridad de la noche para pasar más desapercibidos y acercarse a las ciudades donde intentan posicionarse y esperar la situación idónea para cruzar.

"Tenemos que tener cuidado porque muchos marroquíes cuando nos ven nos denuncian inmediatamente a la policía", comenta esta vez un senegalés, mientras Abdul negocia en uno de los barrios de Castillejos con una persona local el precio (500 euros) de la moto acuática con la que le promete que le llevará hasta España.

"Trop (mucho en francés) free (libertad en inglés)", exclama Abdul. "Trop free", una expresión inventada y repetida hasta la saciedad entre los subsaharianos y que viene a decir irónicamente que "todo va de maravilla".