Política

Asesinato de Isabel Carrasco

Triana echaba la culpa a Carrasco de que sus padres se separaran

La policia local Raquel Gago, de 41 años, imputada por la muerte de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco, sale del juzgado en un furgón de la Guardia Civil para ingresar en la cárcel de Mansilla de las Mulas.
La policia local Raquel Gago, de 41 años, imputada por la muerte de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco, sale del juzgado en un furgón de la Guardia Civil para ingresar en la cárcel de Mansilla de las Mulas.larazon

Montserrat Triana Martínez culpaba a la presidenta de la Diputación y del Partido Popular de León, Isabel Carrasco, del fracaso matrimonial de sus padres ya que, según argumentaba, su madre, Montserrat González, presunta autora material del asesinato de la política, se había tenido que dedicar por completo a ella, una vez que perdió su puesto de trabajo en la corporación provincial.

Según han informado a LA RAZÓN fuentes conocedoras del caso, en la declaración que prestó ante la Policía antes de comparecer ante la jueza e ingresar en prisión, Triana señaló a los agentes que su madre decidió dedicarse por completo a ella al comprobar que su cese en el puesto que ocupaba en la Diputación Provincial le había dejado en muy mal estado anímico.

De hecho, según comentó la madre, Montserrat González, su hija había sufrido una fuerte pérdida de peso y tenía que tomar medicamentos para poder dormir, por el estado de ansiedad que le había originado el cese.

La decisión de esta mujer, ante lo que había ocurrido, tuvo dos vertientes. Por un lado, según explicó Triana a la Policía, dedicarse por completo a ella y, por ende, dejar a un lado a su marido, que no vivía en León ya que ocupaba el puesto de inspector jefe de la Comisaría del Cuerpo Nacional de Policía en la localidad leonesa de Astorga; y, por el otro, según se ha sabido, planear durante dos largos años su venganza contra Isabel Carrasco, a la que, finalmente, asesinó con un revólver el pasado lunes, cuando atravesaba una pasarela peatonal para dirigirse a la sede del PP de León.

Auténtica obsesión

El hecho de que Triana culpara a Isabel Carrasco de la mala situación del matrimonio de sus padres demuestra, según las citadas fuentes, hasta qué punto la presidenta de la Diputación y del PP de León se había convertido en una auténtica obsesión para ella y su madre, lo que les impedía hacer un análisis correcto y objetivo de todo lo que había ocurrido tras el cese laboral en la corporación provincial.

La ingeniera de Telecomunicaciones había trabajado durante algún tiempo como interina y, cuando su puesto salió a concurso-oposición, hubo una persona que obtuvo mejor calificación. Por circunstancias personales, no tomó posesión del cargo. Es decir, la única culpable objetiva de que no hubiera consolidado su situación laboral era ella y cargar contra terceros sólo podía generar, como a la postre ocurrió, sentimientos de odio y venganza.

Para Triana, y también para su madre, Isabel Carrasco, era la culpable de todo lo que les pasaba o les pudiera ocurrir, hasta el punto de que el matrimonio con el inspector jefe de Astorga se convirtió en un asunto secundario. Decidieron también no hacerle partícipe de la situación que se había originado, probablemente con el fin de que no interviniera y frustrara sus planes contra la presidenta de la Diputación. El odio y la sed de venganza que tenían contra ella se convirtieron en el eje de sus vidas.

La forma en que fue asesinada Isabel Carrasco, al más puro estilo mafioso –como si la madre se tratara de una sicaria, en una pasarela de la que no podía escapar la víctima; con un revólver; tres tiros, dos por la espalda y uno para rematarla en la nuca; una fuga planificada frustrada por un agente retirado de la Policía que lo vio todo–, demuestra que la frase de que «la venganza es un plato que se sirve frío» adquiere en este caso toda su significación.

Resulta difícil de entender que dos personas formadas, una de ellas con estudios superiores de Telecomunicaciones, no supieran administrar una situación por la que han atravesado cientos de miles de familias en España en los últimos tiempos. En vez de analizar qué parte de culpa podían tener ellas, cargarán toda la responsabilidad sobre Carrasco.

Tampoco se comprende que la madre, cuando había decidido acometer la venganza, implicara a su hija, a la que quería tanto hasta el punto de dejar de lado su matrimonio, en un asunto que, como a ella, la iba a llevar a la cárcel y, además, por un largo periodo de tiempo.