El «aquelarre» etarra
Una condenada por colaboración con ETA alquiló el local de Durango
Aitziber Sagarminaga, alias «La guapa», pasó cinco años en prisión por hacer «labores de nexo» para la banda
Había conseguido permanecer en un segundo plano hasta ahora. Pero el informe de la Fiscalía de la Audiencia Nacional en el que...
Había conseguido permanecer en un segundo plano hasta ahora. Pero el informe de la Fiscalía de la Audiencia Nacional en el que se revelaba el nombre de la segunda persona que ha sido clave para la celebración ayer del acto de los ex presos de ETA en el cafe Anzokia de Durango la ha sacado del «anonimato». Es Aitzibier Sagarminaga, la encargada de alquilar el local para la celebración de la rueda de prensa de los excarcelados por la «doctrina Parot» y que fue condenada el 9 de julio de 2007 a cinco años de prisión por colaboración con banda terrorista. En libertad desde noviembre de 2009, cuando abandonó la prisión de Foncalent en Alicante, esta bilbaína fue detenida el 11 de noviembre de 2004 por su relación con ETA a raíz de la documentación intervenida en Francia tras la detención de Ibón Fernández Iradi, alias «Súsper», ex jefe del aparato militar de la banda.
El fiscal de la Audiencia Nacional Jesús Alonso –que en sus conclusiones pidió nueve años de cárcel para Sagarminaga por integración en banda terrorista y que luego rebajó a cinco– se basó en la citada documentación para estimar que «coadyudó con la organización terrorista ETA» a instancias de Ibón Fernández «Súsper», realizando «labores de nexo entre la banda en Francia y el conjunto de miembros componentes de los distintos comandos legales de infraestructura e información». Así, en la sentencia de la Audiencia Nacional por la que fue condenada, se califica a Sagarminaga como «enlace de ETA y Haritz Totorika», que acudía a ella «siempre que surgía alguna contingencia, recibiendo de la misma y en distintas ocasiones cartas remitidas a él por la organización terrorista». Incluso, Sagarminaga –conocida dentro de la organización terrorista con el apodo de «La guapa»– requirió de Haritz Totorika, a indicación de la cúpula de la banda, «la entrega de un juego de llaves de la vivienda aludida».
Aitziber Sagarminaga no faltó ayer a la fotografía de la infamia. Eso sí, pareció querer hacerlo en un claro segundo plano y a escasos metros de Arantza Zulueta, la otra persona organizadora del acto y con quien parece tener bastante relación. No en vano, Zulueta defendió a Sagarminaga en el juicio en la Audiencia Nacional en el que fue condenada a cinco años de prisión, que ha cumplido en Soto del Real, Alcalá, Villabona y Foncalent. Entre rejas, siempre ha seguido las tradicionales directrices de la banda de denunciar malos tratos de las Fuerzas de Seguridad. Una estrategia que inició en el juicio ante al Alto Tribunal y en dependencias policiales tras su detención, donde admitió que fue captada por ETA y colaboró haciendo labores de correo, aunque dijo que todas las declaraciones fueron arrancadas bajo torturas y amenazas de las que no hubo «ninguna acreditación», según la sentencia.
Desde que saliera de prisión, ha ejercido como una de las portavoces del Colectivo de Presos Políticos Vascos (EPPK, por sus siglas en euskera). En una de sus últimas comparecencias, del pasado mes de abril y en la que apareció junto otros tres interlocutores del colectivo de presos, reiteró que los reclusos de la banda son «políticos y consecuencia del conflicto». E incluso no dudaron en compararse con el Sáhara o Palestina. «Existen miles de presos políticos dispersados por el mundo. En Sáhara, Palestina, Colombia, Euskal Herria, Kurdistan, Irlanda...y para muchos su compromiso con la transformación política conlleva la cárcel», aseguró en la declaración conjunta.
Así trabajaba para los terroristas
- «Enlace de ETA y Haritz Totorika», que acudía a ella «siempre que surgía alguna contingencia, recibiendo de la misma y en distintas ocasiones cartas remitidas a él por la organización terrorista».
célebre por sus declaraciones arrogantes y su retórica altisonante. Hace apenas unos días se refirió a la «obsesión enfermiza» de los medios de comunicación ante la oleada de escándalos
- Requirió de Haritz Totorika, a indicación de la cúpula de la banda terrorista, «la entrega de un juego de llaves de la vivienda aludida», situada en el barrio de Matiena en la localidad de Abadiño.
- La Guardia Civil destacó que era conocida en el casco viejo de Bilbao como «La guapa» y «Schiffer», habiendo ella admitido reuniones con «Súsper», a quien servía de transmisora y portadora de mensajes para otros militantes de ETA.
- Documentación intervenida a «Súsper» estaba relacionada con la acusada. En concreto, en un sello en el que figura codificada su identidad, puesto que se nombra su alias, «La guapa», en un manuscrito donde se hace referencia a su vivienda.
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