Un icono de moda

Carolyn Bessette, la musa que enamoró a John John Kennedy, 25 años después

Un libro y un aniversario devuelven a la actualidad la historia de una mujer marcada por la leyenda negra de los Kennedy. Inspira a los creadores y su estilo está más presente que nunca en las redes

John F. Kennedy Jr., the son of President John F. Kennedy, and Carolyn Bessette leave a church after being wed in a small private ceremony on Cumberland Island Sept. 21, 1996, off the coast of Georgia.
John F. Kennedy Jr., the son of President John F. Kennedy, and Carolyn Bessette leave a church after being wed in a small private ceremony on Cumberland Island Sept. 21, 1996, off the coast of Georgia.DENIS REGGIEAgencia AP

El asesinato en Dallas malogró el sueño americano de estilo de vida perfecto y sofisticado que encarnaron John Fitzgerald Kennedy y su esposa Jackie. Inmediatamente, el anhelo se volvió hacia aquel niño, John, que al paso del cortejo fúnebre de su padre sorprendió con saludo militar. Fue el heredero sin corona de la única «familia real» que ha conocido América y su soltero de oro hasta que le enamoró la publicista Carolyn Bessette. Un desgraciado accidente aéreo segó sus vidas en 1999, solo tres años después de su boda, truncando otro cuento de hadas.

El 6 de enero Carolyn habría cumplido 58 años. Su muerte alimentó la teoría de una saga maldita y su transformación en un referente de moda fue inevitable. Perdió la vida a los 33 años, pero ya era un icono en la alta sociedad de Nueva York, la anfitriona ideal en los eventos más selectos. Por su inigualable sentido del estilo, tuvo tiempo de alcanzar ese estatus reservado a muy pocas mujeres. Entre ellas, su suegra, Jackie, cuyos looks únicos siguen inspirando a mujeres de todo el mundo. La evolución de Carolyn quedó en suspense, pero resulta fascinante cómo su estilo imperecedero sigue siendo recurrente. Discreta, sobria, «cool» y de larga melena rubia, exhibía sin quererlo una belleza innata aliñada con una educación exquisita que le permitían moverse con extraordinaria soltura desde una prudencia que potenciaba su encanto.

John John Kennedy y Carolyn Bessette, en Nueva York
John John Kennedy y Carolyn Bessette, en Nueva York@rouje

Fue descubierta por Susan Sokol, alta ejecutiva de Calvin Klein, quien vio en ella cualidades suficientes para trabajar para la firma. Empezó como dependienta y enseguida pasó a ocupar la dirección de publicidad de su tienda insignia en Manhattan. Además de encajar en la imagen de Calvin, era perfecta para hacerse cargo de las ventas y el trato con los clientes VIP. Incluso físicamente se parecía a una de las modelos favoritas de la firma, Elaine Irwin. Como indica Sokol, «ni en sus mejores sueños Carolyn habría imaginado su poder de influencia o que alguien invirtiera su tiempo en escribir sobre ella o alabar su estilo».

Lo dice a propósito del libro «Carolyn Bessette Kennedy: A life in Fashion» con el que su autora, la prestigiosa editora de moda Sunita Kumar Nair, aprovecha el fatal aniversario para rescatar su figura y equilibrar en el mundo editorial el peso que ha ido ganando de forma espontánea en las redes sociales. Su estilo impecable, apetecible e inspirador aparece en Instagram como una especie de Sagrada Escritura a la que recurrir para vestir de forma acertada y encantadora. Ella lo conseguía con aquella diadema ancha de carey, su falda camel midi, el bolso de silueta geométrica en negro, las camisas, los abrigos largos o su peculiar forma de apropiarse del color beige. Nunca necesitó un estilista que la guiase porque vestía a su gusto y acorde con el momento. Tampoco quiso posar para una revista de moda.

Ser guapa sin creérselo

Según dice Kumar Nair en su libro, la clave residía en la naturalidad. En ser guapa sin creérselo, en tener un gran sentido del estilo y en hacer propio ese concepto de lujo silencioso que hoy restriega cualquier marca sin ton ni son. Su mayor declaración de todo ello fue aquel vestido lencero de crepé de seda creado por el exdiseñador de Calvin Klein, Narciso Rodríguez, para su boda con John F. Kennedy Jr. Se casaron en una ceremonia clandestina y muy privada en una pequeña isla frente a la costa de Georgia en septiembre de 1996. A pesar de su reserva, no pudo evitar ser la mujer más fotografiada y todo cuanto tocaba parecía adquirir la categoría de icónico. Incluso las escaleras de su apartamento en Tribeca fueron lugar de peregrinación para curiosos y paparazzi.

Carolyn Bessette Kennedy: A life in Fashion
Carolyn Bessette Kennedy: A life in FashionEditorial

Su relación con el hijo de JFK concedió a la prensa del corazón una nueva era dorada. Hasta el mínimo detalle se hacía trascendente: qué comían, qué compraban o por qué discutían. Todo era analizado con escrupuloso interés. Abrumada por la expectación, Carolyn dejó su cargo en Calvin Klein para cumplir ese rol de esposa del heredero de Kennedy. Todavía hoy algunas crónicas fantasean con la idea rota de Carolyn en la Casa Blanca. ¿Pudo ser la primera dama? Nunca lo sabremos. Kumar Nair no ha querido entrar en habladurías en torno a sus vidas, sino centrarse en la moda, cotejar su estilo con las marcas que lució y analizar por qué, 25 años después, sigue despertando interés e imponiendo su gusto. «Carolyn era guapa, pero no se lo creía, algo raro y encantador. Era obvio que tenía un gran sentido del estilo y que destacaba sobre el resto», explica su descubridora, Sokol. En el prólogo, Edward Enninful, director del Vogue inglés, incide en «ese algo» y añade que «sentía la necesidad de moderar su belleza» para no llamar la atención. En su opinión, su secreto fue rechazar tendencias y limitarse a las marcas y prendas que mejor encajaban en su silueta. Y las defendía con «aplomo, gracia y confianza».

Muchos otros veteranos de la industria de la moda, como Gabriela Hearst, Mario Sorrenti o Yohji Yamamoto, han reflexionado con Kumar Nair sobre el legado de Carolyn, tan fabuloso que su imagen con un abrigo de Prada a cuadros rojo bermellón, vaqueros y gorro, mientras pasea a su perro agarrada a John, sigue siendo una oda al estilo de la vida neoyorquina. La autora ha confirmado que su guardarropa e incluso su joyero eran relativamente modestos si se compara con los estándares de las clases pudientes de Manhattan. Casarse con un hombre rico no fue para ella motivo de deleitarse con las joyas de su suegra o invertir en su propia colección. No fue una mujer convencional y su concepción de estilo, minimalista y nada premeditado, es lo que le permite conectar con la actualidad. El fotógrafo Mark Borthwick observa que, en este momento de exceso en el que hay demasiado de todo, la gente quiere bajar el volumen y mirar hacia adentro como ella hizo para vestir acorde con uno mismo.

¿Por qué hablamos de Carolyn 25 años después? Simplemente porque fue genuina, por su capacidad de brillar siendo ella misma. Manolo Blahnik se lo explica a Kumar Nair en unas pocas palabras: «La única forma que tengo de definirla es esta: eterna».