Sevilla
La despedida de soltero de lujo de Fran Rivera
Mientras Ángela Portero deshoja la margarita de seguir o no en las rompedoras tardes de «¡Sálvame!», en las que Paz Padilla ya ha dejado de sustituir a Jorge Javier Vázquez después de los dos meses de vacaciones del presentador, sus hijos acaban de llegar de Italia y la Costa Azul integrados en el vuelo privado alquilado por Fran Rivera en plan despedida de soltero por todo lo alto. Recorrido exhaustivo con Tanita, Lourdes, el ex marido de Ángela y sus tres hijos, que acabó en Cannes y St. Tropez en busca del glamour aquí perdido, porque ni Ibiza es lo que fue ni Marbella está a la altura de los recuerdos. Como se casa el 14 de este mes, el ex torero quiso hacer un viaje colectivo mientras la periodista que mantiene ese rifirrafe con la soberbia Mila Ximénez –que en momentos me recuerda las explosiones de Anna Magnani– anduvo por Compostela, acaso buscando lejanía o penitencia incluso. Ella se queja de que García Pelayo no le pasa la pensión alimenticia de sus tres hijos y luego él se monta este viaje en el que no se alojaron precisamente en hoteles de Trivago, porque Fran es exquisito –lo mamó de una Carmina Ordoñez cada vez menos añorada–.
Quizá aprovecharon este empacho de arte para perfilar las estrategias de cara al enlace rondeño del día 14, con superexclusiva incluida, porque el torerito es fiel a sus compromisos y obligaciones empresariales –en este caso, con la revista de turno–. Parece que rieron y compraron mucho, García Pelayo con su nueva esposa incluidos. Aseguran que ella es quien corta el bacalao, censuradora en todo momento de cómo se relaciona él. Al menos se esfuerzan en dar una imagen de pareja eterna, algo imposible en el caso de Fran, siempre bailón en sus sentimientos y con una larga lista de conquistas algo tramposas. Tiene un palmarés insuperable: desde la incauta Chesu Puente –desaparecida del mapa social– a lo impresentable que le hizo a la más calculadora Carla Goyanes. La consideró durante un tiempo su hermana para luego convertirla en amante con el consentimiento de Cary, que lo tenía durmiendo en casa –algo que nunca hizo con su hermanastro Julián–. Este último es otro caído en batalla que ha sabido quitarse de en medio sin abandonar su relación con Cayetano y Fran.
Se reunirán para el enlace en un sitio tan entrañable para el clan Ordóñez como es Ronda, mitificada por su abuelo paterno, al que llamaban cariñosamente Bobo. Tenía un patrimonio que parecía infinito y que su descendencia no quiso mantener, llegando al extremo de vender su casa principal con todos los recuerdos de una vida gloriosa, retratos de Ordóñez incluidos. Lo compró Pedro Trapote, tratando de mantener la memoria de ese mito del ruedo, que era bastante áspero en la distancia corta y a quien únicamente se enfrentaban Carmen y Belén. Ronda volverá a recordarlo durante esta segunda boda de Fran, tras aquella tumultuosa verbenera en la catedral sevillana.
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