Tarifa
Adiós al Luisito tímido
Puede resultar una paradoja, pero así es, y así ha sido desde hace años. Lejos queda esa época en la que Nati Abascal y sus hijos, Rafa y Luis Medina, cabalgaban a bordo de un Jeep por el terreno de un ganadero que alquiló su emporio al mismísimo Farruquito. Luis era el pequeño, el tímido y vergonzoso, y Rafa le vacilaba por sus nervios a la hora de expresarse. Nati se dejaba la piel en mantener a sus cachorros al margen de las polémicas de su progenitor. Sevilla renegaba del duque de Feria, pero Luis nunca renunció a defenderle. Es noble por naturaleza, tiene porte y estampa de duque, «milord» y caballero. Recuerdo cuando falleció su padre y ambos se refugiaron en Tarifa. Una vez más, les di mi cariño y atención, y siempre lo recuerdan. Fueron años, meses y días muy duros, porque oír a tu padre reconocer sus errores no es fácil.
Luis estudió en EE UU al amparo de los buenos amigos de Nati. Oscar de la Renta, Eduardo Sánchez Junco, Valentino y un puñado de fieles, al tiempo que mecenas, dieron a los hermanos la oportunidad de salir adelante, estudiar y ser hombres de provecho.
Luis es más Medina que Abascal. Rafa es más Abascal, y lo ha demostrado. Decidió ser Luis Medina desde el día en que quiso estar orgulloso de su padre. Optó por darle una segunda oportunidad. Estuvo al pie del cañón y nos demostró su categoría. Se dice de él que es mujeriego. ¡No te fastidia! Si yo tuviera su altura, ojos y sonrisa, junto al apellido y el saber estar, habría sido el Redford de mi generación, mal que le pese a Jesús Mariñas.
Es discreto, lo que no quita que se le haya visto besando a Tamara Falcó, o sea capaz de twittear, durante la última boda real, una foto junto una rubia top internacional. Le mandé un sms que decía: «¿Qué tal con la adorable Caroline? A este paso, vas a ser mi ídolo». Y él, muy correcto, me contestó: «Sí, está buenísima. Pena que tenga novio». Me quedé perplejo y pensé: Luisito, eres un máquina, y, sobre todo, un señor. Y eso es bueno para la marca España.
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