Santo Domingo

Los fallos que esconde el legado de la Casa de Alba

La Razón
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Desencanto y comprensión generó la cancelación in extremis de la inauguración de la muestra «El legado de la Casa de Alba», que debía presidir la Reina. Una medida políticamente inteligente y respetuosa con la última víctima de la tragedia del Madrid Arena. Mientras Cibeles se llenaba de vociferantes batas blancas reivindicativas, los invitados llegaban al Correos convertido en Ayuntamiento. Algunos lograron acceder al espacio debido al frío que hacía en el exterior. Detalle que no impidió que la marquesa de Isasi luciese una chaquetilla de lentejuelas doradas muy a tono con los fastos expositores, esas joyas excepcionales que van de Renoir, Goya y Rubens a autógrafos de Cristóbal Colón y a la mesa de despacho de Eugenia de Montijo. Falla el estuche en gris carcelario que intentaron entibiar entelando con papel adamascado, imposible remedo de los palacios de Cayetana de Alba. Una silla muy barroca, como de virrey, figura en el vestíbulo de este incómodo recinto, que sirvió para aliviar las tensiones de los desfavorecidos. María Abascal, la melliza de Nati, llegó en AVE desde Sevilla junto a otros entusiastas de la Duquesa. Cayetano Martínez de Irujo. Fue el único de los Alba que se dejó ver. Escuchó reproches al montaje, que no encaja en el desangelado sótano. Falla la luz y alguna obra maestra ofrece brillos extraños, como es el caso del Cristo del Greco. Mejor está el tríptico familiar pintado por Zuloaga, en el que aparece la Duquesa en un poney flanqueada por Mickey Mouse.

Capítulo aparte merecen los uniformes que los Reyes de España cedieron a la dinastía siguiendo una tradición de 1400, cuando el ducado ni existía, tras una batalla en la que el monarca cambió sus ropas por las de un antepasado de Cayetana. Así salvó su vida y se hizo tradición simbolizada por uniformes de Alfonso XII como capitán general, el traje de cadete de Alfonso XII y el más vistoso, el de husar de Pavia o el de capitán general de los Ejércitos, aquí sin arma distinguidora, que Don Juan Carlos vistió al jurar como Soberano. Lo humano cae mejor que el gran arte de «La virgen con la granada», de Fra Angélico, los dos goyas familiares o el dibujo de «La Española», hecho por Colón al tocar Santo Domingo. Pasmó a Tessa de Baviera, Ramón Ibarra, Pitita Ridruejo y Mike Stilianopoulos. A Cayetano la muestra le ha mejorado el carácter y hasta me dio la mano reconciliadora después de la que tuvimos en el despacho de Ansón cuando dirigía LA RAZÓN. Acabó consolándose con Genoveva, quien hasta llegar no supo de la cancelación. Arreciaban los gritos médicos mientras ellos parecieron arrullarse. La historia continúa.