Roma
Sevilla fue la capital de la fiesta
Los premios Espejo de Mario Niebla devolvieron a la capital andaluza en un esplendor otoñal realzado por el barroquismo dorado del consulado portugués. Endomingado para el acontecimiento, el personal asistente sudó en abundancia, aunque algunas parecían no inmutarse con las altas temperaturas, como Carmen Cobos, forrada en terciopelo negro desde el cuello a las largas mangas –con la que caía, ¡la Virgen!–. Fue una noche de nostalgia en la que venían a la memoria con frecuencia los recuerdos de la Expo del 92. Y bien lo subrayó la presencia de un rejuvenecido Tony Benítez, de 78 años. Parecía presumir de buena forma física ante Ana María Abascal, que ya parece mayor que su hermana gemela Nati, aunque siempre fueron idénticas. La evidente diferencia facial despistó a Bimba Bosé, que no entendía nada. Todos viajaron en AVE, en el que un Elio Berhanyer, ya clónico de su íntimo Antonio Gala, hizo cumplidos a 300 kilómetros por hora a la Infanta Elena, que viajaba como uno más de nosotros. Alfonso Ussía también andaba en tal escaparate circunstancial. Le presentó sus respetos, unido a un Jesús Quintero más loco que nunca, contando la historia de aquel perro que le regaló el Rey y que el comunicador bautizó como Luna. Ante los dislates sobre la salud del monarca –que ahora se entretiene mandando mensajes a sus íntimos, diciéndoles lo bien que se encuentra–, Ussía subrayó que no se gobierna con la cadera, sino con la cabeza, el sentido o el corazón. Lo hizo ante una Carmen Lomana que en la fiesta llegó la última, aunque espléndida. Se disculpó risueña mientras no quitaba ojo a la adelgazada duquesa de Terranova, con el mismo tono playero de su marido, Gonzalo de la Cierva. Dani San Martín contaba anécdotas de su reciente viaje a Roma con los caballeros del Santo Sepulcro, acompañando a la duquesa de Franco: «Al Papa Francisco lo vimos muy de lejos porque estábamos en la mitad del enorme auditorium y ni nos olió. No cayó muy bien a la expedición española», desveló, mientras la Campos tocaba madera por el éxito de «¡Que tiempo tan feliz!». Respaldada por sus hijos, Fernando y Quique, que coparon la atención femenina, Carmen Tello mostró figurita. Justificó la ausencia de Curro por algún problema con su rodilla, algo que entendió el alcalde Zoido. El edil acudió de paisano, igual que Cayetano Martínez de Irujo, al que todos ya llaman «señor duque». Detallaba éste cómo va la explotación comercial del Ducado de Alba. «Ahora lanzamos zumos de naranja», dijo. Queda claro que sabe sacarle jugo a la dinastía.
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