Ciudad del Vaticano
Marco Agostini: «En la JMJ se vio una generación de católicos más madura»
A Marco Agostini, ceremoniero de Benedicto XVI y oficial de la Secretaría de Estado, todavía se le pone la piel de gallina cuando recuerda el fervor y la madurez de los dos millones de jóvenes que, de rodillas y en un cerrado silencio, veneraron al Santísimo durante la vigilia de oración de la Jornada Mundial de la Juventud, celebrada el pasado mes de agosto en Madrid. "Fue un momento impresionante en el que se vio a una nueva generación de católicos, más madura que las precedentes. El porvenir es prometedor. Estos chicos no ven el pasado como algo que haya que abandonar, sino como sus raíces, en las cuales hay que apoyarse para seguir hacia adelante", afirma.
Agostini disfrutó viendo a estos jóvenes en la explanada de Cuatro Vientos, en la misa con seminaristas en la catedral de la Almudena y en el encuentro con profesores universitarios en El Escorial. "La generación que está saliendo hoy adelante es de otro nivel. No rechaza mostrar públicamente sus creencias. Se vio en los sacerdotes jóvenes, en los seminaristas y en los jóvenes docentes. Vestían con orgullo los símbolos de su pertenencia al clero o al mundo universitario. Nos han dado una lección. Muchos hemos pensado que el cliché de los jóvenes de hoy era igual al de hace diez o quince años. En Madrid hemos visto que las cosas han cambiado".
Este sacerdote italiano, como el resto de miembros de la Oficina de Celebraciones Litúrgicas del Santo Padre, liderados por su maestro, el arzobispo Piero Marini, vivió con intensidad y preocupación los veinte minutos durante los que se prolongó la tormenta que impidió a Benedicto XVI leer su discurso en la vigilia de Cuatro Vientos. "Tuvimos que cubrir al Papa con paraguas hasta en los pies, aunque no conseguimos evitar que se mojara. Hubo unos momentos de indecisión, esperábamos que la lluvia y el viento remitiesen. Son curiosas esas imágenes en que se ve al Santo Padre mojado bajo los paraguas, con expresión sonriente y agarrando con fuerza los papeles de su discurso para que el viento no se los llevase volando. Al final fue él quien decidió qué hacer cuando dijo que si se quedaban los jóvenes, por qué debía irse él", explica Agostini.
Ver al Pontífice firme y sonriente mientras sufría la tormenta como uno más de los dos millones de congregados supuso para muchos un redescubrimiento de Benedicto XVI. "Con las palabras sencillas que dijo en aquel momento supo conectar perfectamente con los jóvenes que estaban allí. Éstos entendieron el significado de aquel momento", dice el ceremoniero. "Debido al tiempo que nos había quitado la lluvia, el Santo Padre tuvo que elegir entre terminar de leer su discurso o la adoración. Los jóvenes entendieron que no terminara la alocución y se pasara a la adoración. La figura de Cristo es la verdaderamente importante, nos dijo el Papa con esta decisión".
Aquellos momentos de tensión y algunas dificultades de la organización, como la imposibilidad de que comulgara la mayoría de peregrinos presentes en Cuatro Vientos, dejaron sin embargo un poso positivo, considera Agostini. "El mensaje también va en renglones torcidos, invitando a muchos a la reflexión. Por ejemplo, el hecho de que gran parte de los congregados no pudiera comulgar dio la oportunidad al portavoz vaticano, el padre Federico Lombardi, de explicar lo que es la comunión espiritual".
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