Estreno
Un Jardiel Poncela diabólico
Forman desde hace años uno de los más sólidos y bienavenidos tándems de nuestros escenarios. Él, que tanto ha dirigido, asume ahora el papel de productor. Ella, que aprendió de su marido, dirige desde hace ya tiempo. Comparten criterios y gustos y defienden un teatro alejado del divismo imperante y que se apoya en los grandes comediógrafos del siglo XX: Jardiel Poncela y Mihura están entre sus imprescindibles.
Son Gustavo Pérez Puig y Mara Recatero, matrimonio y compañeros de profesión, que regresan a la cartelera con «Las cinco advertencias de Satanás», una cuasi inédita comedia de Jardiel –desde el final de la Guerra Civil no se había reestrenado– sobre un donjuán que le pasa sus desechos amorosos a un amigo hasta que, literalmente, el diablo le da una lección. Andoni Ferreño, Pep Munné y Aloma Romero protagonizan la comedia en el Teatro Marquina.
Gómez de la Serna habla de dos Jardieles, uno sombrío y triste, el otro alegre y luminoso. «Éste no es ninguno de los dos, es un término medio», responde Pérez Puig ante esta clasificación. «Jardiel era un hombre triste, sobre todo en la última época, pero lo era por las cosas que le habían hecho, porque él tenía un carácter estupendo», aclara. Mara subraya: «No le he leído nunca ninguna comedia triste. Ésta es, como dijo él, una comedia dramática con el contrapunto de la risa». Recatero tuvo en el Teatro Español «Los habitantes de la casa deshabitada» y «Eloísa está debajo de un almendro» más de un año en cartel. Antes, también había estrenado al autor madrileño en el Maravillas y en el Infanta Isabel. «Me sienta bien Jardiel», reconoce la directora.
Entre respuesta y respuesta, Andoni Ferreño interrumpe la entrevista para saludar a ambos. Él da vida a Ramón, el amigo paciente al que el caprichoso y mujeriego Félix (Pep Munné) le pasa las novias cuando se ha hartado de ellas a cambio de una compensación económica. No las compra, sino que se deja comprar él. Félix se las pasa con minuta incluida. Aun así, claro, la misoginia de Jardiel Poncela es innegable. Él era así.
Trayectoria histórica
Pérez Puig y Ferreño hablan unos instantes de la televisión y de lo efímero de la fama. «En este país, te pasas quince minutos sin salir en ella y ya estás enterrado», lamenta el actor. Y Pérez Puig es más tajante: «Piensan que nos hemos muerto todos». Es una forma de reivindicar su sitio en la historia del teatro español. Él comenzó en 1957. «Y en televisión lo ha hecho todo», le echa un cable su esposa. Dirigió durante catorce años el Teatro Español. Y después volvió a la producción privada. Cuando se le pregunta si se ha sentido abandonado en alguna ocasión por las instituciones no lo duda: «Constantemente. Si eres honrado y leal a las instituciones, éstas te desprecian. Soy el director y empresario más veterano que hay ahora mismo en España, porque llevo desde 1957. Soy el director que ha hecho más obras de autores españoles, pero no existo». Y Mara añade: «No existe ni para la Academia de Televisión, y la fundó él. No le han dado ni un premio a toda su carrera».
De su etapa en el coliseo de la calle Príncipe, el director guarda un sabor agridulce: «Pasé allí los mejores años de mi vida profesional y también los peores. Y no sólo al final, sino desde que entré. Cada estreno ha ido seguido por un éxito bárbaro de crítica y de público, llenando el teatro durante doce meses a menudo, y de unos ataques feroces, furibundos y con calumnias del PSOE. Y de IU, aunque este partido luego se avino a razones. No es normal que te traten mal durante catorce años». Y sonríe cuando se le recuerda el epitafio célebre de su querido Jardiel: «Si queréis los mayores elogios, moríos». Pero bromea sobre sus propias quejas con otra frase del autor: «Lo peor del infierno son los primeros días».
Constante en defender un teatro realista, de corte clásico, en el que no falta un decorado con sillón y un vestuario de época, asegura el productor que «me resulta muy fácil manterme fiel a ese tipo de teatro, porque me parece que lo que se está haciendo ahora, en general, son gilipolleces o barbaridades para llamar la atención. Es fácil hacerlo diciendo atrocidades o metiéndose con los obispos. A mí eso no me interesa para nada. Prefiero ser fiel a mi estilo».
En pareja
«Él produce y yo dirijo», sentencia Mara Recatero sobre el tándem creativo que forma con su marido desde hace años. «Nos hemos llevado siempre bien. Como es lógico, con momentos de pelea. Que los hay en todos los montajes», cuenta Pérez Puig. «A Mara le encanta mover las funciones; a mí, la serenidad, que la gente esté más quieta», matiza el productor. «Él tiene su estilo y yo el mío. Hay cosas que no le gustan, pero me deja hacerlas todas», deja claro Recatero.
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Pasividad ante la tragedia