Valencia

Crímenes bestiales por Francisco Pérez Abellán

Una de las heridas en Bilbao por un joven
Una de las heridas en Bilbao por un jovenlarazon

Un joven en Bilbao iba por la calle repartiendo cuchilladas. Entró en un bar y mató a un jubilado. Otras seis personas resultaron heridas, tres de ellas de gravedad.

Ocurrió en el barrio de Santutxu, nadie sabe cómo ni por qué. Hay un detalle inquietante: el agresor, de procedencia iraní, había merodeado por varios establecimientos del barrio con una actitud amenazante y la mirada perdida.

Era como una carga de relojería que explotó en una discusión en la boca del metro con una pareja, en la calle Zabalbide.

La chica quedó herida grave con un cuchillo de 17 centímetros.Semanas antes, en Valencia, en la pedanía de Castellar-Oliveral –un lugar apacible, sin estridencias– un viernes por la tarde, otro hombre joven dejó a su hija de siete meses con unos vecinos y se dedicó a llamar a las puertas del edificio donde vivía. Según iban abriéndole, apuñalaba a la persona que salía a la puerta.

Lo nunca visto. Primero mató a un niño de 13 años, luego a su padre y después a una vecina de 78. Otras dos personas resultaron heridas de gravedad. El agresor parecía un joven tranquilo, pero sufrió un súbito cambio de personalidad. La Policía investiga si se debió al consumo de estupefacientes, especialmente de cocaína.

Nadie sabe qué le hizo a este joven emprenderla a cuchilladas, y precisamente con la gente de su propio bloque. Pero el episodio es muy parecido a esos «días de furia» que ocurren en otras latitudes. Una explosión violenta que no se detiene ante nada, y que consumido en su propio exceso, acaba entregándose a un policía fuera de servicio.

Casi tres semanas antes, a principios de octubre, un chico con mucha imaginación y bastante colgado con la película de Quentin Tarantino «Kill Bill» había entrado en una iglesia en Madrid y disparado con una pistola de fogueo arreglada para hacer fuego real.

Dio muerte a una mujer joven embarazada y disparó contra otra, a la que hirió. Se llamaba Iván y tenía un cartel de Uma Thurman con el mono amarillo en el salón. Nadie se dio cuenta de que aquella persona desequilibrada y depresiva era un peligro para todos y culminó el crimen inexplicable, con la brutalidad que puede verse en la película de Tarantino que sirve de referencia. Iván se descerrajó un tiro con su pistola de juguete que había modificado para matar.

Drogas de este mundo
Estos crímenes, junto al del padre que degüella a la niña en Gerona porque dice que le obligó el diablo y otro que mata a dos gemelos, hijos de su compañera sentimental, porque ella rechaza los favores sexuales, así como el que le corta la cabeza a su madre y sale huyendo de Tenerife, forman parte de una oleada de crímenes ocurridos en los últimos tiempos: espontáneos, aterradores, de una violencia nunca vista.

¿A qué se deben? Pues a que los factores criminógenos han cambiado. En algunos casos hay agresores diagnosticados de enfermedad mental que no siguen ningún tipo de tratamiento; y otros que parecen haber consumido drogas en exceso.

En España, probablemente el país europeo donde más cocaína se consume, ya hay muchos drogadictos de larga duración. Se investiga si al menos en dos de estos casos los criminales se volvieron intratables después de una dosis de estupefaciente.