Comunidad de Madrid

Madrid como ejemplo

La Razón
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La gestión de Madrid supone mucho más que la simple administración de unas arcas municipales porque sus resultados tienen una repercusión en el resto de España como no la tiene ninguna otra ciudad. No en vano, la capital es la tercera entidad territorial que más riqueza genera en nuestro país. De ahí que su alcalde ofrezca unos perfiles como gobernante y como político de dimensiones nacionales. Alberto Ruiz-Gallardón es un ejemplo exacto de ello. Bajo sus ocho años de mandato, Madrid ha experimentado uno de los progresos más espectaculares y brillantes del último medio siglo, ha mejorado sustancialmente sus infraestructuras, ha evitado el deterioro del tejido urbano y sus suburbios, ha mutiplicado un 50% la afluencia de turistas y, en suma, se ha consolidado como una de las primeras ciudades europeas por su calidad y su pujanza económica, con un paro 6,12 puntos inferior a la media nacional y un excelente ratio PIB/deuda. No es casual que Ruiz-Gallardón sea uno de los dirigentes del PP mejor valorados y que haya ganado reiteradamente la confianza de los votantes por mayorías absolutas. Tampoco es fortuito que, gracias a su gestión, sea uno de los políticos populares de mayor proyección nacional y que su nombre aparezca en todas las quinielas para formar parte del Gobierno de Rajoy. Ayer mismo, en el desayuno informativo celebrado en la casa de LA RAZÓN, hubo de someterse a un aluvión de preguntas de nuestros lectores on line, interesados en saber si seguirá como alcalde tras el 20-N. Como es natural, Gallardón las despejó todas con elegancia y sin concretar. Donde el alcalde se mojó sin remilgos ni medias tintas fue en su promesa de no subir los impuestos. Aunque el compromiso es congruente con las directrices señaladas por Mariano Rajoy, en el caso de Madrid tiene un valor muy especial por el alto endeudamiento que ha exigido la realización de grandes infraestructuras. Si el alcalde fuera del PSOE, no cabe duda de que pagaría esa deuda subiendo los tributos municipales e implementando otros «para los ricos», pues ésa es la receta del candidato Rubalcaba. Pero Gallardón tiene otra fórmula, que nos parece más eficiente, menos onerosa para los ciudadanos y más estimulante para generar confianza: reestructurar la gestión de acuerdo a la capacidad de ingresos, pero sin tocar los servicios sociales básicos. Alcanzar este objetivo no será fácil, pero el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid han puesto en marcha un plan para eliminar duplicidades administrativas y simplificar la burocracia, de modo que se coordinen los servicios. En este punto, Gallardón puso como ejemplo la «ventanilla única», iniciativa pionera de Manuel Fraga cuando presidió la Xunta gallega, gracias a la cual se evitaría que las tres administraciones (central, autonómica y local) ofrecieran cada una por su lado el mismo servicio al ciudadano. Que un emprendedor tenga que pasar por tres ventanillas distintas y triplicar las gestiones para poner en marcha su empresa revela lo necesario y urgente de ese plan de recorte que propone el alcalde madrileño, de modo que ya se pueda reflejar en los presupuestos del próximo año.