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Nápoles

Caza a Gadafi

Los rebeldes libios terminan con la vida del coronel después de conquistar su ciudad natal. La victoria marca el final de 42 años de represión y abre una nueva era.

Lugar donde presuntamente se escondía Gadafi
Lugar donde presuntamente se escondía Gadafilarazon

Muamar Gadafi dijo que iba a morir luchando como un «mártir» y así ocurrió. El coronel fue abatido ayer en Sirte, su ciudad natal, donde se libraba la última batalla por Libia, que ya está bajo el control total de los rebeldes.

A primera hora, los opositores lanzaron el ataque definitivo y en pocas horas anunciaron que habían tomado el símbolo del gadafismo. La bandera revolucionaria se izó en el centro de Sirte mientras seguían combates puntuales contra las células gadafistas que aún resistían, entre ellas, la que protegía al dictador y sus colaboradores. Éstos, acorralados y atacados, intentaban huir de Sirte en un convoy de varios vehículos, que fue atacado por la OTAN, tal y como informó la Alianza Atlántica desde sus cuarteles en Nápoles, sin confirmar si el propio Gadafi viajaba en ese grupo.

Horas más tarde el ministro de Exteriores francés, Gérard Longuet, aseguró que aviones franceses (integrados en la misión de la OTAN) habían identificado y paralizado el convoy militar en el que viajaba Gadafi. Pero la confirmación de la muerte del dictador llegó a través del primer ministro rebelde, Mahmud Yibril. «Gadafi ha muerto. Ha llegado el momento para una nueva Libia, una Libia unida». Yibril afirmó que recibió un disparo en la cabeza y uno en el brazo, y que fue encontrado en el tubo de cemento.

Sin embargo, la secuencia de la muerte del coronel permaneció ayer confusa. Se propagaron diferentes versiones sobre dónde estaba escondido el dictador cuando fue capturado por los rebeldes y cómo fue herido por éstos, antes de fallecer, pero el Consejo Militar de Misrata, encargado de la ofensiva de Sirte en el frente oeste y cuyos hombres fueron supuestamente los que se hicieron con el trofeo más deseado de esta guerra confirmó que había sido capturado con vida por los rebeldes. La imagen del dictador, con la cara ensangrentada, empezó a difundirse ayer por la tarde, ofreciendo así evidencias de los rumores que comenzaron a circular a mediodía y que desataron la euforia entre los libios.«No me disparéis, no me disparéis», suplicó Gadafi cuando los rebeldes le encontraron supuestamente escondido en una cloaca en las afueras de Sirte, con una pistola de oro: lo único que le quedaba. Dos balas de 9 milímetros habrían acabado con su vida, una en el estómago y otra en un hombro, según algunas versiones, en las dos piernas, según otras.

Pero el coronel, que seguía con vida cuando fue cazado por los opositores, fue trasladado a un vehículo de sus enemigos, que lo llevaron a la ciudad de Misrata (a 250 kilómetros al oeste de Sirte), donde su cuerpo descansaba al cierre de esta edición, en una mezquita. Falleció en el camino; se cree que sus últimas palabras fueron amables hacia los rebeldes que le dejaron desangrarse hasta morir.

Su hijo Mutasim, que se sospechaba estaba dirigiendo a las tropas en Sirte, fue abatido poco después: un disparo en el cuello, según aseguró a este periódico el Consejo Militar de Misrata, que se encargó de recibir a los gadafistas muertos y arrestados. El ex ministro de Defensa de Gadafi, Abu Bakir Yunis, también falleció junto a sus dos hijos, en circunstancias sin especificar, según el comando de Misrata. Varias informaciones apuntaban que el militar habría muerto en el bombardeo de la OTAN y que estaba vestido de mujer. Sin embargo, dos de los ayudantes más cercanos a Gadafi, Mansur Dau y Ahmed Ibrahim fueron capturados.

Todavía incierta es la suerte del otro hijo de Gadafi, Saif al Islam, que ha sido al menos capturado y podría estar herido o incluso muerto. El misterio rodea la caída de Gadafi y su cúpula, que resistieron hasta el final y no abandonaron el país, como sí lo hicieron otros miembros de su familia. Los gritos de su hija Aisha, exiliada en Argelia, retumbaron cuando ésta vio en la televisión la imagen de su padre muerto.