Italia

Cerca del cielo por Luis DEL VAL

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Las crestas de la montaña coquetean con las nubes. La dura piedra se humedece con los velos agrisados en un galanteo que terminará en huida, porque la roca nunca puede subir hasta el cielo. Ha subido el caminante valle arriba para estar cerca de las cumbres. El camino es cansado, que hay que hacerlo cuesta arriba y, de vez en cuando, es conveniente una parada por dos obvias razones: para recuperar fuerzas y para contemplar el entorno, porque el caminante tiene la vista esclavizada siempre a la observación del suelo, en evitación de probables accidentes. Es entonces cuando el diminuto mundo de los guijarros, el acotado espacio del sendero, queda abajo y la mirada tropieza con la magnificencia del paisaje. No hubiera sido posible sin esa aplicación a lo menudo, a lo que puede parecer que carece de importancia, sin esa concentración en los pies, en la vulgar incidencia que lleva consigo cada paso. Y es, entonces, cuando la fatiga y la concentración reciben el premio y el mundo deja de ser trocha y cañada, guijos y polvo, y son cumbres que flirtean con las gasas de los cirros.
El caminante es anciano, pero de constitución robusta. Se nota que está acostumbrado a caminar cuesta arriba por la posición del cayado en un ángulo de unos quince grados, atinado para compensar el desnivel de la senda. En el mentón erguido se advierte una gran fuerza de voluntad y, en la manera de sujetar el final de la vara, la firmeza de quien no está dispuesto a retroceder y la paciencia de quien está acostumbrado a perdonar.
El observador intenta ser objetivo y olvidar que esa gorra blanca, en otras ocasiones y circunstancias, es un albo solideo, porque no quiere caer en la blanda tentación de observaciones hagiográficas ni en pleitesías de manual. Al fin y al cabo, este hombre, aunque vaya vestido de ángel, es un hombre, y el hombre estuvo en un cruce de caminos que cambiaron las agujas de los raíles de la Historia. Graham Green lo llamaba el factor humano. Muchos creyentes lo denominan providencia, mientras el materialismo aporta razones económicas cuya asunción depende del grado de entusiasmo por la ideología.
La montaña, tan bella como lejana, siempre está lejos de las urbes. Y no es cómodo llegar hasta ella. A la edad que representa el hombre de la fotografía ya se sabe que todas las cosas que merecen la pena requieren incomodidad y disciplina, y que para llegar a la cumbre hace falta ir del cansancio al sacrificio. De ahí quizás esa expresión sosegada, como si las etapas que faltan fueran un asunto fácil de resolver. Y puede que lo sea aplicando la misma fórmula que le ha llevado hasta aquí, hasta este lugar donde la nieve se enroca en las grietas, las nubes flirtean con el granito y queda perfilado el hábito blanco de un hombre vestido de ángel que en esta imagen muestra todo empeño en estar cerca del cielo.


Luis del Val


Juan Pablo II
Cuándo: 15 de julio de 1996
Dónde: en la cadena montañosa de los Dolotimas (Italia)
Por qué: vacaciones de verano del Santo Padre