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Censura en los medios por Julián REDONDO

La Razón
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Luis Aragonés no debería opinar, ¿para qué?, ni siquiera pensar, y taparle la boca, como el Real Madrid con aquel gerente que cobra por no hablar 300.000 euros anuales desde que le jubiló. O mandarle durante el Mundial de fútbol a la playa, a ver los partidos en un chiringuito y que pidiera la cerveza por señas al camarero, para que no se malinterpretaran sus palabras. Y Ángel María Villar, por qué no, tendría que haberle impuesto una cláusula de confidencialidad de por vida siguiendo la táctica del gerente.A Luis, menudos son, hay que reprocharle cualquier opinión porque fue seleccionador nacional y porque los arlequines sólo olfatean venganza en sus expresiones. Hay que impedir que Luis hable de fútbol; no a los ex árbitros, ni a los ex futbolistas ni a los entrenadores. A éstos, no; a él, sí. Y que opinen con libertad (?), que se mojen, que larguen, aunque algunos lo hagan sin entendederas. Luis, no. Con Luis, censura total, mutis, chitón, quizá porque comparte sus conocimientos con los lectores de LA RAZÓN, no con los de algún otro grupo multimedia, acaparador de talentos que con éste ha tropezado.No es casualidad que Vicente del Bosque escribiera en este pe- riódico durante el Mundial de Alemania, cuando Luis era el se- leccionador. Contó lo que vio, sin acritud; daba gloria leerle; ahora es un privilegio seguirle en la selección y escucharle.Tampoco es casualidad que Luis Aragonés colabore ahora con este diario. De sus análisis sólo podemos extraer enseñanzas, aclaraciones, opiniones, no revanchas, nunca venganzas. Cualquier crónica del partido España-Suiza fue más áspera con la Selección que el análisis que realizó en estas páginas Luis Aragonés. Todos pensamos lo que él y lo expusimos con mucha mayor crudeza. Contratamos expertos para opinar, no para engañar.