Nueva York

Obama rinde tributo a las víctimas del 11-S en los escenarios de la tragedia

Apenas se les vio carraspear o siquiera pestañear. Codo con codo, los dos presidentes de EE UU, Barack Obama y George W. Bush, que acudieron a Nueva York, asistieron a la ceremonia de conmemoración de los atentados del 11 de septiembre en la Zona Cero de Nueva York. Una gran bandera americana hondeó a sus espaldas, ambas protegidas por una pantalla de seguridad a prueba de balas.

Barack y Michelle Obama llegan junto a George W.y Laura Bush a la «zona cero»
Barack y Michelle Obama llegan junto a George W.y Laura Bush a la «zona cero»larazon

Apenas se les vio carraspear o siquiera pestañear. Codo con codo, los dos presidentes de EE UU, Barack Obama y George W. Bush, que acudieron a Nueva York, asistieron a la ceremonia de conmemoración de los atentados del 11 de septiembre en la Zona Cero de Nueva York. Una gran bandera americana hondeó a sus espaldas, ambas protegidas por una pantalla de seguridad a prueba de balas.

Juntos, los dos líderes llegaron de la mano de sus respectivas mujeres. El presidente, con Michelle Obama, y su predecesor, con Laura Bush y con sus hijas, Jenna y Barbara. Antes de que empezase la ceremonia con la lectura de los nombres de las víctimas, los dos presidentes y sus familias dieron un paseo alrededor de la plaza del monumento en memoria de los fallecidos. La obra, seleccionada de entre 5.000 proyectos de más de 63 naciones, tiene dos estanques que descansan sobre las plantas originales de las Torres Gemelas.

Una vez que dio comienzo la ceremonia, Obama leyó el salmo 46 de la Biblia, mientras que Bush, para su intervención, escogió una carta que Abraham Lincoln le escribió a una viuda que perdió a sus cinco hijos durante la Guerra Civil estadounidense.

Uno de los momentos más emotivos de los actos se produjo cuando el ex presidente abandonó el escenario entre los efusivos aplausos de los asistentes. El acto trajó además una imagen poco habitual de los dos líderes juntos. Bush asume con naturalidad ser un presidente de guerra, aunque al mismo tiempo admite que en un principio pensaba que su administración se iba a centrar en asuntos nacionales. Mientras, Obama ha intentado llevar a su nación más allá del que se considera el día más oscuro en la historia reciente de Estados Unidos.

De forma paradójica, Obama, cuando era senador del estado de Illinois, votó en contra de la guerra de Irak iniciada por su antecesor y ahora, como presidente, se ha encargado de llevar a cabo el plan de salida de dicha campaña. También de la de Afganistán, donde ha redirigido la estrategia al país vecino, Pakistán.

Allí precisamente se cazó el pasado mayo al líder de Al Qaida, el terrorista saudí Osama Ben Laden. Durante los últimos dos años y medio, la Administración Obama ha matado a más jefes de esta red que en los ocho años que estuvo Bush en la Casa Blanca. Mientras que el actual presidente ha autorizado en la frontera entre Afganistán y Pakistán más ataques con «drones» –aviones militares no tripulados– en un año que Bush en sus dos legislaturas. Aun así, Obama desautorizó «los interrogatorios con técnicas duras», es decir, con torturas, y ordenó el cierre del campo de detención de Guantánamo.

Ayer fue la primera vez que se vio a Obama y a Bush juntos en la Zona Cero, ya que el segundo había declinado el pasado mayo la invitación del presidente para que le acompañase a un acto de homenaje tras el asesinato de Ben Laden.

Cinco pausas para recordar
Todos los logros de Obama se deben a la continuidad en la estrategia que adoptó Bush. Obama mantuvo como jefe del Pentágono a Robert Gates, nombrado por el conservador tras la marcha de Donald Rumsfeld en 2006. Y el nuevo director de la CIA es el militar republicano Davis Patraeus. Es cierto que el presidente prefiere apostar por operaciones clandestinas de miembros paramilitares de la CIA y de las Fuerzas Especiales del Ejército. A pesar de todas estas diferencias, ayer los políticos de ambos partidos dejaron de lado sus divisiones para enviar un mensaje de unidad a una nación que todavía está de luto.

Como en cada ceremonia, hubo varias pausas en recuerdo de los ataques. En esta ocasión, se hicieron cinco: primero a las 8:46 de la mañana, cuando el vuelo 11 de American Airlines se estrelló con la Torre Norte. Después, a las 9:03, en recuerdo del impacto del vuelo 175 de United Airlines contra el otro rascacielos del World Trade Center. A las 9:37, en recuerdo del vuelo 77 de American Airlines del Pentágono. A las 10:03, por el vuelo 93 de United Airlines, que se estrelló Pensilvania, en el que los pasajeros intentaron plantar cara a los secuestradores. Y, el más largo, a las 10:28, cuando calló la Torre Norte, y repicó la campana de plata de la Zona Cero. Los hijos de las víctimas leyeron los nombres de sus padres. Uno de los testimonios más desgarradores fue el del pequeño Nicholas Gorki: «No conocí a mi padre porque estaba en la tripa de mi madre. Te quiero, papá. Me diste la vida, y me gustaría que estuvieses aquí conmigo», afirmó.

Mientras, el vicepresidente Joe Biden acudió junto con el jefe del departamento de Defensa, Leon Panetta, y el del Estado Mayor, Mike Mullen, a la ceremonia del Pentágono por la mañana, hasta donde Obama se desplazó ayer por la tarde. Después del acto de Nueva York, el presidente visitó Shanksville para a depositar una corona de flores en memoria de las víctimas de Pensilvania, y terminó la jornada en el Centro Kennedy de Washington, en el «Concierto de la esperanza».


Afganistán recuerda los «sacrificios comunes»
Kabul conmemoró ayer el décimo aniversario del 11-S con un acto oficial en la Embajada de EE UU. Sólo unas horas antes, un atentado con camión bomba acababa con la vida de cinco personas y causaba 102 heridos, entre ellos, 77 militares estadounidenses en una base militar conjunta del Ejército afgano y la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad en Afganistán (ISAF) de Wardak. Durante el acto, el ministro de Exteriores, Zalmai Rasul, recordó «los sacrificios comunes» durante la última década que han llevado a Afganistán y a EE UU a convertirse en «estrechos aliados» en la guerra contra el terrorismo. El jefe de la diplomacia afgana insistió en que «Afganistán, donde gente inocente sigue siendo víctima de ataques terroristas, sintió el dolor de una manera muy acentuada en aquel fatídico día». Rasul se congratuló de la alianza con EE UU contra el terrorismo y subrayó que su Gobierno ha sido capaz de conseguir «bastantes logros en la causa de la paz, la seguridad y el desarrollo de Afganistán». Por su parte, el comandante de las fuerzas de la OTAN, Jonh Allen, dijo que «estamos en el camino del éxito en Afganistán para que nunca haya otro 11-S que venga de suelo afgano», agregó. Ethel Bonet.