Túnez
Túnez vive una fiebre democrática
La participación en las primeras elecciones tras la caída de Ben Ali alcanza el 80%. Se prevé una victoria de los islamistas, que tendrán que forjar alianzas
Llegó el gran día y Túnez demostró lo que auguraba la portada del diario «La Presse»: «El pueblo tunecino a la reconquista de su libertad y su dignidad». Con una histórica participación del 80% y en un ambiente festivo, los tunecinos probaron por primera vez lo que es la democracia con emoción y esperanza.
Para la mayoría era una sensación nueva el acudir a las urnas. «Por qué íbamos a venir si ya se sabía que iba a ganar Ben Ali», explica Hafedh, comerciante de 30 años, mientras muestra su dedo manchado de tinta. «El ex presidente ganaba con más de un 90% de los votos, era tan obvia la trampa», cuenta Farah Hammouni, quien no pudo votar por ser menor de edad, pero sí ha querido observar durante horas, «conmovida», a sus compatriotas ejercer su derecho al voto.
No es la única interesada en que el 23-O salga bien. Más de 14.000 observadores (alrededor de 5.000 son internacionales) vigilaron que no se produjeran injerencias. La revolución tunecina logró derrocar a Ben Ali el 14 de enero tras 23 años de dura represión y despertó a sus vecinos, por lo que «estos comicios son fundamentales. Además, marcarán la tendencia al resto de países árabes», comenta Santiago Fisas, observador miembro de la misión de la UE.
Los resultados no se conocerán hasta mañana, aunque todo apunta a que el partido islamista Ennahda (Renacimiento) obtendrá cerca de un 30% de los votos. Como ejemplo de las pasiones que levantan los islamistas, su líder, Rached Ghanuchi, debió enfrentarse, a la salida del colegio electoral, a un grupo de opositores que le gritaban: «Degage!» (¡Fuera!), y a otro de simpatizantes que le decían: «Allah Akbar» («Dios es el más grande». Ghanuchi respondió a los periodistas que «esperaba estar entre los ganadores».
Dentro de Ennahda son mucho más optimistas: «Lograremos un 60%. Somos los que más sufrimos durante los días de Ben Ali. Además, el 98% de los tunecinos son musulmanes», pronostica Slim Nifel, responsable de Ennahda en Bab Djedid. Halim Medeb, candidato del Partido Comunista Obrero Tunecino (PCOT)
En Soussa, no les auguran más de un 30%. «Estas elecciones son para crear una Asamblea Constituyente de 217 participantes. Ennahda conseguirá unos 7 asientos, tendrá que buscar alianzas si quiere aprobar sus leyes». En este sentido, los comunistas han manifestado que sólo se sentarán junto a los que «continúen con la revolución».
A partir de hoy, a los políticos tunecinos les esperan horas y horas de negociaciones entre decenas de partidos dispares. «Estamos todos obligados a buscar alianzas, nadie va a lograr la mayoría absoluta», remarca Sakia.
Hamda, candidata de la izquierdista Coalición Democrática Modernista (PDM), asegura que «nosotros sólo lo haremos con los que ni quieran volver al siglo XIV, ni al 13 de enero».
Pase lo que pase mañana, la vivencia de Mohamed, un ingeniero jubilado de 60 años, es la prueba de la reconquista tunecina. «La primera vez que fui a las urnas lo hice porque unos policías llamaron a mi puerta, me dijeron que debía ir a votar y por quién debía hacerlo». Ayer se sintió libre y orgulloso: «Llegué solo y a las 7:30 de la mañana. Esperé una fila de personas de más de 3 horas. Toda mi familia ha votado por partidos distintos. Son nuevos y mejores tiempos, sin Ben Ali».
Colegios electorales desbordados
Ante la masiva participación que auguran podría llegar al 90% de la población en algunas localidades, algunos colegios electorales tuvieron que permanecer abiertos dos horas y media más. La última persona en emitir su voto, lo hizo en Soussa a las 9:30 de la noche, por este motivo, no se conocerán los resultados hasta mañana. Y es que el pueblo tunecino, una vez más, ha superado todos los pronósticos y ha acudido a votar masivamente en sus primeras elecciones democráticas.
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