Hamburgo
Michael Burleigh: «Gerry Adams no tiene nada que enseñar a España sobre terrorismo»
Muestra su visión de la Segunda Guerra Mundial en «Combate moral»
«Churchill libra una guerra como quien pinta un cuadro: combina un claro instinto por la composición general con una minuciosa atención al detalle». Así ha escrito el reputado historiador Michael Burleigh «Combate moral» (Taurus), su versión de la Segunda Guerra Mundial desde la perspectiva ética de los grandes hombres de Estado y militares que enfrentaron al planeta durante aquellos años. Todo un ejercicio de documentación, pero también de incorrección política y sana ironía.
–Los historiadores sobre nuestra época, ¿tendrán que hacerlo de economistas? ¿Se podría escribir sobre desde la perspectiva de la moral de los mercados de hoy?
–El crack financiero daría para un libro muy interesante y, si hablamos de la ética de la gente que se ha visto involucrada, el enfoque de ambos estudios podría intercambiarse.
–Tiene la sensación de vivir una época de cambios: ataques a la deuda de los estados, dominio de las corporaciones, indignación...
–Vivimos un gran momento de cambio y de forma acelerada. Necesitamos cien años para transformar la sociedad agrícola en industrial, pero la modificación de la sociedad productora hacia otra cosa se va a dar de forma veloz. La transferencia de la riqueza de esta parte del mundo al lejano Oriente y Suramérica la vamos a ver tanto tú como yo.
–Es muy duro con la participación de Gerry Adams y el resto de sus compañeros en la llamada «Conferencia de Paz» de San Sebastián. Ése no le parece el camino.
–ETA ha sido derrotada militarmente por completo por las Fuerzas de Seguridad y los servicios secretos españoles. En sus últimos días están adoptando la retórica de los procesos internacionales de paz para camuflarlo. Ni los británicos ni los irlandeses tienen nada que enseñar a España sobre terrorismo.
–Analiza la presión sobre estadistas, como Churchill, contrario a bombardear a Alemania hasta que éstos le sometieron a un fuerte asedio.
–Por un lado, el pueblo le exigía que devolviera el golpe y, por otro, tenía que demostrar a Stalin que estaba metido en la guerra.
–Un ejemplo de cómo cambia la perspectiva es que recordemos el bombardeo de Guernica, gracias a Picasso, y no el de Barcelona.
–Debemos estar todos contentos de que los alemanes no desarrollaran el bombardeo de forma estratégica, sólo como apoyo táctico. En toda la campaña aérea contra Gran Bretaña registraron unas 55.000 víctimas; los británicos lograron matar a 43.000 solo en Hamburgo durante tres noches. Ésa es la diferencia.
– Destaca que cuando Hitler invade la URSS, Stalin ya había matado a más gente de la que nunca llegaría a aniquilar el nacionalsocialismo.
–Stalin había acabado con 20 millones de personas. Quizá sea porque nos resulta más fácil identificarnos con un abogado o periodista austriaco al que sacan de la cama para fusilarle que pensar en cinco millones de campesinos ucranianos a los que dejaron morir de hambre a finales de los años 20. Es como pensar en un millón de personas muertas en Ruanda.
Los 19 puros al día de Eisenhower
Gracias a esa atención por el detalle descubrimos que Hitler y Mussolini no eran aliados tan cercanos, incluso que el dictador italiano creía que el alemán era un depravado sexual. «Quizá lo hago porque soy mayor, tengo la edad media que debían tener aquellos generales, 56 años», responde el historiador. «Estoy mucho más cercano a lo que es tomar decisiones a esa edad. Eisenhower (en la imagen), por ejemplo, se fumaba 19 puros al día, pues era responsable de la vida de cientos de millones de personas».
«Combate moral»
Michael Burleigh
Taurus
808 páginas. 28,00 euros.
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