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«Ni me tortura el futuro ni el pasado me ata»

RaimonProfesión: cantautor.Nació: en 1940, en Xàtiva.Por qué está aquí: acaba de presentar su disco «Rellotge d'emocions» (Picap), después de 13 años sin grabar nuevas canciones.

 
 larazon

–«Rellotge d'emocions» («Reloj de emociones») ¿Sus emociones funcionan como un reloj?
–En todo caso como un reloj un poco loco. No es exacto.

–¿Tiene miedo a que se le pare?
–No le tengo miedo a la muerte. Y creo que tengo cuerda para rato.

–«Para no ser esclavo del tiempo, embriágate sin parar», decía Baudelaire. ¿Se embriaga mucho?
–No, y menos sin parar. En alguna cena, de vez en cuando. Bebo vino.

–Serrat y Lluis Llach tienen bodegas. ¿No le tienta hacer vino?
–No. Que lo hagan ellos para bebérmelo yo. Pagando, claro.

–El futuro nos tortura y el pasado nos encadena, decía Flaubert.
–Ni me tortura el futuro ni el pasado me ata. No soy nostálgico.

–No sé si el tiempo le ha hecho mejor o peor persona..…
–Me ha hecho mejor cantante. Como persona, quizá ahora sea menos rígido y más comprensivo. Más que decepcionado, estoy desorientado.

–Este disco es la banda sonora de sus emociones. ¿No era pudoroso?
–Lo soy, pero al cantar me desaparece el pudor. Me siento más seguro y más a gusto en el escenario que en la calle.

–Canta en catalán. ¿Deberían repartir pinganillos en sus conciertos?
–No, ja, ja, ja. Repartimos programas con la traducción.

–Dicen que las autonomías son inviables económicamente...
–Siempre existe la añoranza de mandar desde casa. Hay un alma centralista siempre viva. Son inviables las duplicaciones administrativas.

–Su madre le cantaba «La Internacional». ¿A modo de nana?
–Ja, ja, ja. No, sólo el Primero de Mayo y cuando se perdió el miedo.

–¿Contra Franco cantábamos mejor?
–No, no cantábamos mejor: se cantaba en condiciones pésimas por la falta de libertad y hasta por cuestiones técnicas.

–«Al vent». ¿Qué se ha llevado el viento?
–Se ha llevado muchas ilusiones.

–Dice que en su tierra, Valencia, no le cae bien a alguna gente...
–Eso parece. Para cantar en mi pueblo tengo que pagar yo el teatro.

–¿Y a la Administración Central le cae bien?
–No muy bien, creo. Apenas me sacan en TVE.

–Así que está esperando a que vengan los suyos, ¿no?
–Deje, deje, que igual reñimos.

–«A las trincheras, que vienen los nuestros» (Pío Cabanillas, padre).