Elecciones andaluzas

Segunda sorpresa

La Razón
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Zapatero ha querido enviar el mensaje claro de que el presidente del Gobierno es él y que la remodelación del Ejecutivo la hace quien está en Moncloa. Sólo así se entiende que haya colocado de portavoz a Blanco y no a Jáuregui, hombre cien por cien «Pepunto», con quien el candidato tendría plena sintonía para enviar a la sociedad los mensajes del Gobierno. Jáuregui era de hecho, hace tres días, el «candidato único» a los dos cargos importantes, e incluso se habló de él, en los aledaños de Alfredo, como el sustituto del triministro no sólo en la Portavocía, sino también en Interior. Al final el vasco se queda en Presidencia, sin mando en ninguna de las áreas de relieve. Zapatero nunca le tuvo en estima, y hasta le llegó a enviar al exilio europeo cuando menos se lo esperaba.
Al margen de fotos de familia y declaraciones públicas, la realidad es que la relación entre el candidato y el presidente está bajo mínimos. Rubalcaba considera a Zeta una rémora, y Zapatero tiene clara conciencia de que el ex vice-one le ha traicionado. No sólo por el golpe de mano que le dio durante la crisis de las primarias, sino porque se ha dado cuenta de cómo la adulación de antaño era un mero cálculo para medrar.
En los últimos días han ocurrido dos cosas no previstas: una) la renuncia de Alfredo incluso a la vicepresidencia y, dos) el nombramiento de Pepiño como portavoz. Lo primero sorprendió porque Rubalcaba quería seguir de vicepresidente. Lo segundo también porque el candidato no quiso contar con Blanco en su equipo de campaña y porque prefería a Jáuregui. Bien es cierto que el de Fomento ha pedido ser portavoz tanto a Pepunto como a Zeta, y que si se le ha dado el cargo es porque Alfredo no se ha opuesto.
Lo demás, Camacho a Interior y Salgado vicepresidenta primera, entra dentro de lo previsible. Ambos son rubalcabianos pero también de Zeta, que fue quien les nombró en sus anteriores cargos.