España

Los travestis

La Razón
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La teletrituradora de basura, que todo lo devora y descuartiza, comenzando por sí misma, en la ansiedad de buscar carnaza con tirón de audiencia, ahora se reinventa repitiendo viejas fórmulas casi olvidadas y siempre eficaces como sacar a los viejos travestis de un polvoriento cajón del armario. El transformista es un personaje tan antiguo como el teatro cómico. Tiene esa indefinición provocadora que permite la libertad de invertir el espejo deformado de la sociedad con toda la divertida obscenidad que suscita una sexualidad desconcertante. El invento viene desde antes de los griegos y sigue siendo un seguro de risa gruesa que hoy se redescubre en pleno descaro en momentos en los que producen un tedio de disfunción eréctil los polvos de figurones y figurillas. Señoras y señores, aquí tenemos de nuevo a Carmen de Mairena, La Veneno y compañía para despiporrar al personal con todo su morro. Gastadas muñeconas de provecta silicona que conservan parte del filo reluciente de su carácter deslengüado. Viejas y pellejasPodríamos estar reviviendo los programas de Pepe Navarro, pero reaparecen rescatadas de las luces rojas, los callejones sin nombre y los perfumes del barrio chino. Más viejas y más pellejas, aunque pasándose el mundo por la entrepierna con un ingenio canalla y sabiduría procaz de aquí te pillo, aquí te mato, cuya naturalidad, más allá de todo el artificio de su propia naturaleza, supera en humor descontrolado y salvaje a la mayoría de insulsos cuentachistes que proliferan últimamente, reflejo de lo aburridos que son ahora los bares en España, donde toda la vida se han generado las mejores ocurrencias para provocar carcajadas.Resulta que estos cascados travestis o transexuales –hay operaciones de las que no estoy al tanto– que parecían condenados , son la nueva alegría ordinaria del pueblo cubriendo la vacante de Belén Esteban. Nadie como doña Carmen de Mairena para volver a ser una «top» de la tele. Quién sabe si acabará ganando la próxima edición de «Mira quién baila».