Los Ángeles
La mujer para la que Jobs aún vive
La madre biológica del creador de Apple, internada en un asilo de ancianos, no sabe aún que su hijo ha fallecido
El mundo, tal y como él lo imaginó, lloró su muerte rindiéndole un homenaje a su medida: los cirios virtuales se quemaban dentro de las pantallas de los «tablets» e internet fue la plataforma que posibilitó que millones de seguidores aunaran su pésame por la pérdida del genio informático. Fue uno de los fallecimientos más sentidos de los últimos años, pero, ajena al bullicio de los admiradores del fundador de Apple, la madre biológica de Steve Jobs ni siquiera sabe todavía que su hijo ha fallecido. Joanne Simpson, de 79 años, vive desde hace tiempo en una residencia de ancianos en Los Ángeles e ignora que la vida de su primogénito ya se ha agotado. Según informa el diario «Daily Mail», personas cercanas a la familia de Jobs, aseguran que Simpson padece desde hace tiempo demencia senil y que sus facultades mentales están muy mermadas. Tanto es así que, antes de estar en la residencia en la que ahora vive, pasó un breve período en un centro psiquiátrico después de que varios vecinos alertaran de que Johanna vagaba por la calle medio desnuda. «La hemos encontrado vestida sólo con una bata e, incluso, alguna vez, intentó trepar por los árboles con los pies descalzos», aseguran algunos testigos.
Ayuda económica
Después de una breve estancia internada en el psiquiátrico, su hija Mona consiguió trasladarla a un centro de ancianos. Jobs conocía la enfermedad de su madre y la ayudó económicamente. «Ellos habían vuelto a verse en su vida adulta y supongo que habrá sido muy duro para Steve ver cómo su madre perdía la cabeza, sabiendo que nada podía hacer por ella», comentan amigos del fallecido. Eso sí, aunque los vecinos nunca vieron al fundador de Apple por la casa de Joanne, sí saben que cuando ya nadie vivía allí, «pagaban el alquiler como por arte de magia. No hace falta ser un tonto para saber de dónde salía el dinero».
Steve Jobs mantuvo contacto con su madre y con su hermana biológica, Mona Simpson, que triunfaría como novelista en EE UU; sin embargo, la enfermedad de Joanne ha impedido que este reencuentro familiar también posibilitase una despedida justa.
El perdón
Fue el propio Steve Jobs quien mencionó, durante su famoso discurso en la Universidad de Stanford en 2005, uno de los episodios que determinarían su vida: aquel en que, cargada de dudas y de miedos, su madre biológica lo entregó en adopción, buscando una pareja que pudiese darle la mejor formación. «Mi madre biológica era joven, estudiante de universidad graduada, soltera, y decidió darme en adopción. Ella creía firmemente que debía ser adoptado por estudiantes graduados. Por lo tanto, todo estaba arreglado para que apenas naciera fuera adoptado por un abogado y su esposa; salvo que cuando nací, decidieron en el último minuto que en realidad deseaban una niña», explicó el fundador de Apple. Fue un giro del destino el que permitió que sus padres adoptivos, Paul y Clara Jobs, que estaban en lista de espera, aceptaran acogerlo. «Mi madre biológica se enteró de que ni mi madre ni mi padre se habían graduado en la universidad, así que se negó a firmar los papeles de adopción definitivos. Sólo cambió de opinión meses más tarde, cuando mis padres prometieron que algún día yo iría a la universidad». Consciente del dolor que supuso también para su madre, Jobs acabó perdonándola, aunque jamás pudo despedirse de ella.
El padre al fin dio la cara
Aunque americanizó su nombre, cambiando el original, Abdulfattah, por el de John Jandali, los orígenes sirios del padre biológico de Steve Jobs fueron en parte los que impidieron que el matrimonio con Joanne, embarazada durante su etapa universitaria, fuese bien visto por sus padres. A pesar de todo, los jóvenes siguieron su relación después de haber dado en adopción a su primogénito y, una vez fallecido el padre de Joanne, contrajeron matrimonio y tuvieron un segundo hijo: Mona. Sin embargo, el matrimonio se rompió a los pocos años.
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