Pasarelas

Azul

La Razón
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Mustia la rosa, fuera el rojo, bienvenido el azul. Rubalcaba entre azules de escenario. Una pastilla Viagra de fondo, ánimo nuevo, fortaleza perdida. Pero no ese azul claro y velazqueño del Partido Popular. Un azul cobalto, «blau requetblau» sin grana, eléctrico azul falangista, su azul preferido. Un azul de Alberti en «A la pintura», que también la familia Alberti y la materna Merello teñidas estaban de azules. Ay, llamadme Alfredo, ay, llámeme señor Rubalcaba. Años de rosa, años de rojo, años de carmesí, años de clarete, y todo para terminar su vida política en azul. «Llegó el azul y se pintó su tiempo». Sigue Alberti, con algún nombre cambiado. «Lo bautizaron con azul los ángeles. Le pusieron: Beato Azul Alfredo». «La sombra es más azul cuando ya el cuerpo que la proyecta se ha desvanecido./ Dijo el azul un día:/ -Hoy tengo un nuevo nombre. Se me llama Azul Alfredo Pérez Rubalcaba-».

Se ilumina el escenario de azul del Guadarrama, de azul de nieve, de azul de cielo de los montes del Pardo, y surge en el principio «llamadme Alfredo», ya señor Rubalcaba para siempre. Y aplaude el nuevo socialismo sus viejos azules recuperados, sus azules del ayer, elegidos de golpe del cajón de las añoranzas. Otra vuelta hacia Alberti: «-Hoy tengo un nuevo nombre. Se me llama Azul Juan Luis Cebrián Azul Polanco–». El azul traslúcido y transparente de los fingidos. Azul cristal, azul de otros azules, otra vez reunidos.

Se añoran los contrastes. El verde y el naranja de UCD contra el rojo chillón del socialismo creciente. El azul tamizado del Partido Popular contra el rosa fucsia del agonizado socialismo menguante de González. El azul diluido de Rajoy contra el rojo rojísimo del inesperado Zapatero. Y hoy, el mismo azul, casi evaporado, de los populares, contra el azul reencontrado de una buena parte de los socialistas. «¿Hacia donde marchas, madre, tan hermosa?/ -Me voy a los azules, tus azules,/ a buscarte sitio y acomodo».

Han desaparecido las siglas del PSOE de los grandes murales y las pequeñas pancartas. Están sus banderolas huérfanas de identidad. Se han descolorido los viejos colores retadores. De rojo al rosa, del rosa al azul. Interesante mutación cromática. ¿Para engañar a los incautos? ¿Para mentir a los obstinados? Al fin y al cabo, los colores nada dicen si no responden a actitudes. Nada tiene que ver el azul del PP con los viejos azules. Y es probable que tampoco esté sujeto el azul del PSOE con los azules de sus mayores. Pero hay algo de reconocimiento de fracaso en el cambio del lápiz y el tubo de pintura. Un hastío de rojos fracasados, de rosas sin capullo, de retos incumplidos. Ya no usan el rojo ni en las corbatas. Ahora, una corbata roja significa Banco de Santander o Ferrari. Pocos años atrás, todos los socialistas se anudaban sus corbatas rojas y las mostraban complacientes. A partir de hoy, todas azules, como está mandado. Que eso sí, hay que reconocerlo, disciplinados son hasta la exageración.

Pero yo me pregunto. Si el PSOE ha sido borrado, si el rojo diluido y el azul recuperado, ¿quién va a votar a Rubalcaba?