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Barcelona festeja el 25 aniversario del legendario «À la ville de »

Maragall homenajeó ayer a Samaranch, que «logró unos Juegos que difícilmente podíamos tener», gracias a los que la ciudad se abrió al mar
Maragall homenajeó ayer a Samaranch, que «logró unos Juegos que difícilmente podíamos tener», gracias a los que la ciudad se abrió al marlarazon

BARCELONA- El momento más emotivo del último pregón de la Mercè, a cargo de Joaquim Maria Puyal, fue cuando el periodista agradeció el empeño de una generación liderada por Pasqual Maragall, que en 1992 situó a Barcelona en el mundo con «los mejores Juegos Olímpicos de la Historia». De la efeméride, Puyal no se detuvo en las 22 medallas que logró España ni en el momento mágico en que el pebetero se encendió después de que el arquero, Antonio Rebollo, disparara una flecha en llamas. Puyal prefirió recordar la imagen de Pasqual Maragall parapetado en un abrigo, saltando de alegría con los dedos en alto en señal de victoria, segundos después de que Juan Antonio Samaranch dijera aquello de «À la ville de Barcelona». De esta imagen, que Jordi Pujol y Narcís Serra protagonizaron junto a un entusiasmado Maragall, ayer se cumplieron 25 años.

Para celebrar la noticia que cambiaría la vida a Barcelona, a las 13.32 horas de ayer, exactamente 25 años después, algunos de los protagonistas que aquel 17 de octubre de 1987 estallaron de alegría en Lausana revivieron el momento mágico. Narcís Serra, que tuvo la idea de proponer la candidatura de la ciudad para los Juegos Olímpicos, Maragall, los hijos del entonces presidente del COI, Maria Teresa y Juan Antonio Samaranch Salisachs, volvieron a emocionarse al oír a través de una proyección en el Centro de Estudios Olímpicos la legendaria frase «À la ville de Barcelona», con la que se adjudicó a la capital catalana la candidatura de los JJ. OO. de 1992. La noticia revolucionó la ciudad. Barcelona se abrió al mar, construyó las rondas, tres villas olímpicas, redibujó Montjuïc y se hizo un lugar en el mapa del turismo internacional. Veinticinco años después, Barcelona no puede vivir del mismo cuento, le toca reinventarse de la mano del primer Ayuntamiento no socialista de la Historia de la ciudad.