Lorca

Los sindicatos pancistas

La Razón
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Cuando la mayoría de los españoles criticaba la inacción del gobierno Zapatero frente a la crisis se nos tildó de «traidores de la patria». Quienes lo hicieron han dejado un saldo, en apenas cuatro años, de seis millones de parados, el mayor de los registrados en toda la Unión Europea y que pone a España ante el riesgo de una posible intervención. Ya estuvo muy cerca de ello el 11 de mayo de este mismo año cuando la tierra temblaba en Lorca, al tiempo que lo hacía en La Moncloa, sólo que por asuntos bien distintos. En la Ciudad del Sol el desastre llegaba de manos de la naturaleza desatada, incontrolable e inesperada. En La Moncloa sucedía por la torpeza, la ceguera y la desubicación de un Gobierno que no sólo había perdido el pulso, sino también su perspectiva. Esos seis millones de parados han estado a la intemperie y sin ayuda sindical hasta hace bien poco porque convenía el silencio de unas centrales sindicales obsoletas y pancistas, y que ahora planean desde el más absoluto desprecio a la seriedad y decencia el asalto al futuro gobierno. No están por la labor futura de sacar al país del atolladero, porque cada huelga general que se produzca serán miles de puestos de trabajo los que se sumarán al desastre. ¿Cómo van a estarlo si no lo estuvieron cuando gobernaban? Ellos que han dejado de gobernar a pesar de estar en las instituciones y reunirse cada viernes en el Consejo de Ministros, no se hacen ya responsables de los 100.000 nuevos desempleados del mes de septiembre y, además, todo apunta a que seguirán haciéndolo porque les importa un pimiento lo que pueda pasar en el país. La recesión nos mira a la cara con gesto de poca amistad, mientras nuestro Gobierno se dedica a destruir lo poco que queda en pie para que los que vengan detrás se enteren de lo que vale un peine. ¿Se puede esperar mayor irresponsabilidad? Pues bien, éstos mismos nos dicen ahora que van a resolver la situación de crisis, el paro, la destrucción de empresas autónomas y pymes. Éstos, ahora, nos prometen el paraíso terrenal en su infierno particular.