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Murcia

Los pájaros siguen cantando por J A Ruiz Vivo

La Razón
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Perdona que te diga pero no hay cosa que más despierte que vivir sobre la muerte. Ya lo decía Juan Ramón en su hermoso poema sobre el viaje definitivo. Hoy hace siete días que perdí a mi madre. Ley de vida. No soy el primero. Ni, desgraciadamente, seré el último. Pero cuando la muerte llama a tu puerta ( no es lo mismo que se muera alguien que se «te» muera alguien) hay muchos pájaros que se quedan cantando para tí. Y en el caso de una madre qué te voy a decir que tú no sepas.

Por eso recomendaba hace unos días y lo sigo haciendo hoy que me hagas un favor. Acércate hoy a tu madre y dale un beso. Hazlo por mí y por tantos otros que ya no podemos. Y ahora me duelen, me siguen doliendo, todos los besos que pude darle y no le dí. Cuando la muerte llama a tu puerta, como una madre no hay ná, ya lo sabes, entras en duelo, te haces mil reproches y te pides mil explicaciones. Escuchas mil consejos. Te desvelas por las noches y te afloran, de repente, mil recuerdos. Mi padre, viejo poeta que aún me queda para destinarle mis besos huérfanos, lo soluciona con versos: Váyanse las noches/pues ido se han/los ojos que hacían/los míos velar/váyanse y no vean/tanta soledad.

Lo he escrito en otra ocasión. Qué hermoso ha sido vivir mientras ella vivía. El amor de madre, qué grande es. Y qué estúpido, por ejemplo, fuí aquel día que me llamó por teléfono con el único pretexto de escuchar mi voz ( así son nuestras madres) y yo sólo acerté a responderle que estaba en una reunión. Que la llamaría después. Fíjate si en la vida confundimos a menudo lo urgente con lo importante, maldita sea. Y ella se ha ido, pero los pájaros siguen cantando. ¿Tú me entiendes, verdad?

Cuando la muerte llama a tu puerta, como una madre no hay ná, te vuelves a enfrentar con las preguntas vitales que siempre nos acompañan. ¿Y ahora qué?. ¿Nos volveremos a encontrar?. ¿Sigue existiendo mi madre o ha desaparecido para siempre?

Mira qué te digo. El cristianismo ni inventa ni propicia las cruces de nuestra vida. Pero sí ayuda para poder llevarlas. Y yo opto por su camino de esperanza en la resurrección. Dios vive allí donde lo dejan entrar. Mientras que el paracaidista no salte al vacío no podrá comprobar que le sostienen las cuerdas. Es preciso saltar primero y , sólo entonces, se sentirá sostenido. Ella se fue. Los pájaros siguen cantando en mi interior para decirme que no ha sido un «adiós». Ha sido un «hasta luego».


J. A. Ruiz Vivo
Portavoz regional del PP