El Cairo

Mahmud Suleiman Hammad: «Siria se ha convertido en una gran prisión»

La Razón
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«La ONU tiene que poner fin a la masacre en Siria», dice Mahmud Suleiman Hammad, el miembro de más alto rango del régimen del presidente Bachar al Asad que ha desertado hasta el momento. En un lujoso hotel del centro de El Cairo donde llegó hace aproximadamente un mes tras huir de Siria, Hammad expone a LA RAZÓN las peticiones de la oposición siria a la comunidad internacional: corredores humanitarios para ayudar a la población civil; una zona de exclusión aérea que facilite la organización y los movimientos de los militares desertores que se están alzando contra el Gobierno, y armamento antitanque y fusiles Kalashnikov. Hammad asegura que la vía pacífica ya está agotada, e insiste en la necesidad de una zona de exclusión aérea –como la que la OTAN estableció en Libia con la aprobación de la ONU– ahora que incluso la misión de la Liga Árabe ha fracasado, en su opinión. Aun así, se muestra convencido de que el régimen colapsará en breve, al menos desde el punto de vista económico. Durante 19 años fue inspector de cuentas del Ministerio de Defensa y de la oficina del primer ministro, y asegura que ahora mismo Asad se está quedando sin dinero: «Las sanciones europeas están haciendo mucho daño a la economía siria». Además, los ciudadanos no pagan los impuestos, el agua y la luz, ya no llegan divisas desde el extranjero y el turismo (8.000 millones de dólares al año) ha desaparecido. Desde el comienzo de la revuelta el pasado mes de marzo, el Gobierno ha doblado el presupuesto de las fuerzas de seguridad y servicios de inteligencia, según desvela el inspector a este periódico. «El régimen es mucho más débil de lo que parece», asegura Hammad, que explica que muchos miembros pertenecientes a todos los estamentos querrían abandonar a Asad –que llegó al poder en 2000, tras la muerte de su padre ,Hafez, que gobernó el país con mano de hierro durante décadas– prometiendo un aperturismo que nunca se hizo realidad. Sin embargo, no pueden desertar porque temen por sus familias. Él lo consiguió pidiendo el permiso para ir a Egipto para matricular a su hijo en la universidad, luego hizo salir de Siria al resto de su familia y finalmente anunció su deserción a principios de enero. Desde entonces, el Gobierno ha prohibido a sus hombres que salgan del país. «Ahora mismo Siria es una gran prisión: estamos constantemente vigilados y no podemos hacer ningún movimiento sin el visto bueno oficial», cuenta Hammad, explicando por qué el régimen se mantiene tan compacto hasta el momento. «Asad está dispuesto a matar a 20 millones de sirios para seguir estando en el poder», asegura.