Castilla y León

Jesús Quijano: «Lo mejor que me llevo de la política son todas las relaciones personales»

«Ni en sueños pensé que Castilla y León tendría el desarrollo logrado en 30 años», explica

Jesús Quijano: «Lo mejor que me llevo de la política son todas las relaciones personales»
Jesús Quijano: «Lo mejor que me llevo de la política son todas las relaciones personales»larazon

Jesús Quijano es un maestro. Lo es por su uso de la palabra, por su capacidad de conectar con quien le escucha y porque sabe de lo que habla. No elude una sola pregunta, aunque pueda comprometerle. Es franco. Por eso sabe que tiene buenos amigos en todas partes. Es más, aplica una sentencia que todos deberíamos tener a mano: «Si hay alguien que quiere ser mi enemigo, es su decisión y su problema». Deja la política tras 40 años en territorio comanche y lo hace sin acritud, como diría Felipe González, ¿con qué sabor de boca?
 – En general, bueno. Como en toda actividad, hay altibajos, momentos con más brillo y otros más preocupantes, como el actual. Pero si hago una visión retrospectiva, puedo considerar que aquella etapa de la transición, la puesta en marcha de la Comunidad, las primeras elecciones autonómicas fue la más grata con diferencia. Sobre todo, por el maridaje que había entre sociedad y política.

– Ahora corren otros tiempos...
– Es cierto. Hubo un momento en el PSOE, en los noventa, en que con los fenómenos de corrupción y los escándalos antiterroristas tocaron el alma ética del partido y la política. Me costó sobrellevarlo. Ahora nos enfrentamos más ante una cuestión relacionada con el deterioro de la economía. Yo fui candidato en 1995, con los peores resultados que pudimos obtener. Si bien, creo que a quienes protagonizan la vida política, en todos los ámbitos, hay que reconocerles un trabajo, una renuncia a la comodidad personal, familiar, en beneficio de una colectividad. Eso sí, si hay alguno que demuestra malas artes o prácticas, leña con él.

– ¿Aparcar la política supone un paso a una vida mejor?
– Bueno... (sonríe) Tengo una profesión, por suerte, muy grata. De hecho, pagaría dinero por dar clase. Además, tengo una deuda de dedicación de tiempo con mi esposa y con mis hijos, aunque esta última es irrecuperable. Trataré que compensarlo con mis dos nietos.

– Eso que decimos más arriba de que usted tiene amigos en todas partes, no es exagerado.
– Quienes iniciamos la actividad política en la transición, con carácter general, hemos seguido en ella con un cierto sentido de diálogo, con la premisa de la cordialidad personal, lo que ha ayudado a mantener relaciones. Teníamos actitud de servicio, de facilitar el acuerdo. Y por ello, mantengo un excelente trato con gente que estaba en campos contrarios. Señalaría el caso de los presidentes de la Comunidad que me tuvieron como jefe de la oposición; Jesús Posada, Juan José Lucas y Juan Vicente Herrera. Es más: lo mejor que me llevo de la política son todas las relaciones personales.

– Con ellos ha trabajado mucho, pero, ¿qué recuerda más de sus años como político?
– El primer pleno constitutivo de las Cortes de Castilla y León, en mayo de 1983, en la Iglesia del Convento de Las Claras de Tordesillas. No había aún sede. Fue mi primera actuación como portavoz del grupo parlamentario. Algo simbólico para quienes trabajamos en el Estatuto de Autonomía y la culminación a un primer intento. He de reconocer que entonces teníamos todos incertidumbre y cierto despiste..

– Como padre del Estatuto y perfecto conocedor de Castilla y León, ¿qué camino queda por andar?
– Ni en sueños pensé que en apenas 30 años Castilla y León pudiese llegar al grado de importancia institucional que tiene. Por su nivel de competencias, por su incidencia en la vida cotidiana... Con esa perspectiva, su organización, asentamiento, el desarrollo logrado, la comunidad está consolidada. Eso es indiscutible. Ahora bien, ¿el camino hacia el futuro, está despejado? Creo que hay que trabajar. Sobre todo en el problema demográfico, porque algo no funciona bien. Al igual que hay que abordar las desigualdades internas.

– Usted, que es catedrático de Derecho Mercantil y además un jurista reconocido, ¿cree que saldremos de esta crisis alguna vez?
– Es mucho más compleja de lo que se ha podido plantear. Se ha mezclado un problema financiero muy agudo con otro de competitividad en España, a lo que hay que sumar el deterioro de las fuentes tradicionales de empleo. Con un gobierno económico de un sistema global, donde los poderes políticos están claramente limitados, esta crisis es más seria e incierta de lo previsto en su desarrollo y dimensión.

– Sí, porque parecía por momentos que asomábamos la cabeza.
– Exacto. Hubo momentos en que parecía que iba a haber una recuperación inminente y a los tres meses los pronósticos habían cambiado. Cuando hemos observado que algunos países ofrecían signos de recuperación a corto plazo. De hecho, el fantasma del crecimiento negativo está encima. Los pronósticos que me parecen más sensatos y rigurosos aventuran que para el bienio 2014-2015 se haya superado la crisis de forma definitiva. Hasta entonces no habrá retroceso, pero sí crecimiento, estancamiento, repuntes de crisis de deuda, que pueden obligar a tomar medidas indeseables. Pero es una situación que no se puede simplificar con cuatro brochazos.

– ¿Como que con un cambio de gobierno esto se arregla?
– Como ese, sí.

– ¿Qué espera a partir del 20-N?
– Los sondeos son claros. Uno se puede equivocar, pero no todos. ¿Pero, está hecho todo de antemano esta vez? No diría eso, porque hay factores que influyen. Como la candidatura de Alfredo Pérez Rubalcaba. Con su forma de hacer política, estilo, modelo, pienso que mejoraremos. Porque Rajoy es un líder que nunca llegó al aprobado. Como el estudiante que no aprueba un examen... ¡y puede ser presidente del Gobierno! Prima el voto negativo y parece que la gente quiere que vengan «los otros», con quien sea. Pero eso se puede modificar en la campaña.


Perfil
EL VALOR DE LA EXPERIENCIA

¿Se subestima la experiencia?, preguntamos a Jesús Quijano, quien no duda en señalar que «hay una cierta ruptura generacional y no se aplica aquello de respetar a los mayores que antes se nos enseñaban». No obstante, reconoce que su «retirada política» se produce cuando ha cumplido 60 años, pero lleva batiéndose el cobre desde que tenía apenas 20. Fue procurador con 32 años. «Quizá empezamos muy pronto», ironiza. Ahora, su esfuerzo se centrará, como explica en esta entrevista, en seguir encandilando con la docencia y en estar más cerca de su familia.