Teatro

Melilla

«Montezuma»: Una chorrada por dos duros

De Carl H. Graun. Voces:F. Oliver, L. Ambriz, R. Marín, L. Salas, L. López, A. Popescu. Director de escena: C. Valdés Kuri Director musical: G. Garrido. Teatros del Canal, Madrid, 15-IX-2010

«Montezuma»: Una chorrada por dos duros
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Al empezar la función unos mexicanos intentan vender abalorios a Gèrard Mortier en el patio de butacas para luego pasar a dar la misma murga a Moctezuma antes de que al emperador sea hecho prisionero, vestido con poncho y gran sombrero mexicano con el rótulo «México, cabrones» y Hernán Cortés le sodomice tras previamente haberse flagelado pidiendo perdón por ello. Cierto es que a Moctezuma no le debió doler mucho, ya que el caudillo la tenía bien pequeña, como los espectadores después pudimos comprobar cuando se despelotó para beneficiarse a la amante que trajo de España. ¡Qué fácil todo!

La producción, que ha costado poco aunque a veces lo barato sea caro, es simplemente una chorrada. ¿Por qué se ha tenido miedo y se ha suprimido la violación anal con botellas de coca-cola que hubo en el estreno de Edimburgo, por cierto bien vapuleado por la crítica? A estas alturas de la película, los directores de escena ya nos han dado tanto a los aficionados que nos hemos convertido en masoquistas y nos dejamos hacer sin rechistar.

Envilecido Cortés
El problema de la producción de Valdés Kuri, que por miedo no se atrevió a salir a saludar, es simplemente su pobreza e irrelevancia. Se entiende que México pueda celebrar el bicentenario del inicio de las independencias iberoamericanas con ella, pero España podía haber participado con algo más apropiado. Como el arte es libre, Federico II escribió un texto que ensalza a Moctezuma y envilece a Cortés y los españoles. Digno parangón a los cuadros de Diego Rivera en el Palacio de Gobierno de Ciudad México. Perfecto para estos tiempos en que hemos de pedir perdón por todo, incluso por pasearnos por Melilla. Carl Heinrich Graun (Brandenburgo, 1704-1759) fue uno de esos autores muy apreciados en su tiempo y nada después. Las más de tres horas de música de «Montezuma» contienen algunas bellas arias de carácter contemplativo y muchos recitativos en donde se expone la acción, pero resulta plana a pesar de haber sido recortada con acierto. No hay un dúo… bueno, sí, el de Pánfilo de Narváez con su perro, que hizo exclamar a un crítico que éste era el menos perro de los que pululaban por el escenario. Mortier, según la reciente entrevista en «Scherzo», se resiste a programar óperas españolas de la época de Federico El Grande o Carlos III porque no valen dos duros. ¿Acaso ésta vale más que las de Durón o Literes?

En el reparto, con tres contratenores, sobresalieron el Moctezuma de Flavio Oliver, por canto, pectorales y ejercicios de saltimbanqui, así como la Eupaforice de Lourdes Ambriz. Gabriel Garrido dirigió una orquesta reducida sin el pulso de otras ocasiones. Sin escena, vestuario, iluminación e impulso orquestal y canoro, poco aporta este título. Dice Mortier que la ópera ha de ser transgresora –espero que coherentemente entienda que también la crítica– y que prefiere ésta al aburrimiento. Para mí que, sobre ambos, están las cosas bien hechas.