Nueva York

De la Biblia a Shakespeare

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Barack obama
«Dios es nuestro refugio»

El presidente Obama recitó el Salmo 46 de la Biblia: «Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar; aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza. Del río sus corrientes alegran la ciudad de Dios, el santuario de las moradas del Altísimo. Dios está en medio de ella; no será conmovida. Bramaron las naciones, titubearon los reinos; dio él su voz, se derritió la tierra. Jehová de los ejércitos está con nosotros; venid, ved las obras de Jehová, que ha puesto asolamientos en la tierra. Que hace cesar las guerras hasta los fines de la tierra. Que quiebra el arco, corta la lanza, y quema los carros en el fuego. Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra. Jehová de los ejércitos está con nosotros. Nuestro refugio es el Dios de Jacob».

Michael Bloomberg
la tristeza segun Macbeth
Antes de la lectura de los nombres de las víctimas del ataque, el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, citó una frase de «Macbeth» de William Shakespeare: «No midamos nuestra tristeza por su valor, porque entonces será interminable».

George Bush
Una carta de Abraham Lincoln
El ex presidente George Bush leyó la carta que en 1864 el presidente Abraham Lincoln escribió a la viuda a Lydia Bixby:
«Estimada señora, me han mostrado en los archivos de nuestro departamento de guerra una declaración del general de Massachusetts que asegura que usted es la madre de cinco hijos que han muerto gloriosamente en el campo de batalla.
Sé cuán débiles e infructuosas deben ser cualquiera de las palabras con las que pueda intentar aliviarla del dolor por una pérdida tan abrumadora, pero no puedo abstenerme de brindarle el consuelo que pueda encontrar en los agradecimientos de la República por la que murieron. Rezo por que nuestro divino padre calme la angustia de su aflicción y le deje solo con la preciada memoria de los amados y perdidos y el solemne orgullo que del que se debe apropiar por haber hecho un sacrificio tan costoso ante el altar de la libertad».