Castilla y León

La Ciencia al servicio de la vida por Víctor MÁRQUEZ PAILOS

La Razón
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He leído que nuestras autoridades autonómicas van a hacer un registro de los niños afectados por tumores malignos y van a promover la investigación en este ámbito de la salud por el bien de los menores que en nuestra región padecen esta clase de patologías. Es, sin duda, una buena noticia para esos padres cuyas vidas ha cambiado de repente el cáncer de un hijo que acaban de traer a la vida. Antes, hace ya mucho tiempo, los niños se morían entre nosotros, como se siguen muriendo hoy tantos niños en los países subdesarrollados. Ahora, en cambio, la vida humana tiene cada vez más posibilidades de evitar la enfermedad y la muerte cuando empieza su trayecto en este mundo. Y esto es así porque existen personas que han dedicado su vida a cuidar de la de esos hombres cuyos ojos cambian siempre el aspecto del mundo: los niños. No son aprendices de hombres: son hombres según la manera de ser hombre que corresponde a su edad. La sociedad no necesita sólo que haya niños para que un día haya adultos. Después de todo, no dejaría de ser ésta una motivación ambigua porque nos deja de nuevo otra pregunta: y, ¿para qué tiene que haber adultos? No es ésta una preguna absurda sino llena de sentido cuando uno se la hace con los ojos de un niño. El mundo de los adultos, mirado con los ojos de un niños, es muchas veces, incomprensible. Se aclara, en cambio, cuando un niño o un adulto se encuentran con alguien que dedica su vida a los demás, en particular a la salud de los más débiles. Personas así hacen comprensible el mundo porque humanizan aquello que, en nuestro mundo desarrollado, se ha vuelto más ambiguo, incomprensible, inhumano acaso: la técnica. La técnica al servicio de la vida es un signo de esperanza para este mundo en el que todavía se siguen muriendo muchos niños. Lo es porque en Castilla y León se morirán, gracias al Creador del homo faber, cada día menos.