Elecciones Generales 2016

Hemos ganado por Iñaki Ezkerra

La Razón
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Pues sí, no tengo ningún inconveniente en reconocerlo. Cuando recibí la noticia, me quedé mudo y, cuando colgué el teléfono, me entró una llorera de la que ya no me creía capaz a mis años. Lloré de alegría porque lo que creí que no vería jamás estaba sucediendo: la pesadilla que ha durado cincuenta años, de los cincuenta y cuatro que tengo, anunciaba su fin. Pensé muchas cosas a la vez. Pensé en qué trampas habría detrás de ese cese definitivo, qué concesiones, qué guiños ominosos en la letra pequeña de ese comunicado. Se me ocurrieron, lógicamente, todas las reservas y precauciones del mundo, todas las verificaciones y puntualizaciones democráticas que habrá que hacerle a la secta del terror y a los jubiletas de la mediación internacional para ponerles en su sitio. Pero eso no me impidió tener conciencia de que acababa de ocurrir algo que no había ocurrido antes y que sería estúpido no valorar.
No han ganado los terroristas. Hemos ganado todos. Ha ganado la democracia, la constancia en la lucha antiterrorista con todos los errores y miserias que haya podido albergar. De acuerdo, es innegable el cariz electoralista de esas palabras que anuncian el final de los asesinatos, pero no es menos cierto que hay una valiosa y emocionante conquista democrática en haber logrado que los asesinos tengan que hacer del respeto a la vida y la convivencia un valor electoral. El que no ve eso está ciego.
Tengo demasiados amigos a los que les han matado el padre o el hermano como para no alegrarme de que haya pasado lo que pasó ayer; como para ponerme a hacer cálculos mezquinos sobre a quién beneficia electoralmente ese hecho. Cuando recibí esa noticia me vinieron a la memoria todas mis caminatas con escolta por mi propia ciudad, el recuerdo de José Luis López de Lacalle y de tantos otros. El recuerdo de la tarde en que escribí un artículo porque acaban de matar a un joven concejal de Ermua. Y, honestamente, prefiero estas lágrimas de hoy a las que derramé aquella tarde hiriente de julio sobre el papel.

Iñaki Ezkerra