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DANZA

El Cuban Classical Ballet of Miami cierra el Festival de Verano de El Escorial

«Noche española» con tutús cubanos
 

Si hablamos de la escuela cubana de danza habrá quien la identifique con la eterna Alicia Alonso, que dirige el Ballet Nacional de Cuba desde hace casi tanto como los Castro tomaron el timón en la isla. Hay quien reivindica que la escuela es anterior a la Revolución y otros, como Pedro Pablo Peña, hacen todo lo posible porque la trascienda. Por eso creó en 2006 el Cuban Classical Ballet of Miami, que trata de recuperar el estilo que situó a su país en la galaxia de las puntas y el tutú y que además permite bailar juntos a las estrellas cubanas en plena diáspora. Para su presentación en España, «hemos elaborado un programa ex profeso», nos comenta el coreógrafo, que ha bautizado el espectáculo como «Noche española». Supone un traveling por algunos fragmentos de estilo español en las grandes coreografias de la danza clásica. No puede faltar el «pas de deux» de «Don Quijote», el de «Carmen», la danza española de «El lago de los cisnes», la suite del «grand pas» de «Paquita» o «Majísimo», de Jorge García con música de «El Cid», de Massenet. También incluyen una pieza de escuela bolera coreografiada por Aída Gómez y la «Farruca del molinero» de «El sombrero de tres picos». Será una buena ocasión para comprobar las particularidades del estilo caribeño, que según Peña se materializan en «la exigencia de una enorme calidad técnica en las bailarinas y los chicos como grandes ‘partenaires', además del histrionismo propio de los habitantes de la isla». 

Cuándo: Viernes y sábado, 20 horas.
Dónde: Teatro Auditorio de San Lorenzo de El Escorial.
Precio: de 15 a 24 euros.

El Nijinsky caribeño
Lo mismo que los bailarines clásicos españoles tuvieron que emigrar por falta de compañías nacionales, la situación política y económica cubana ha propiciado que las principales figuras de la danza de la isla vivan fuera. El Classical de Miami ha propiciado el reencuentro de Lorena Feijóo, Xiomara Reyes, Nelson Madrigal y Rolando Sarabia, «el Nijinsky cubano», como subraya Peña que cree que el brillo del Ballet Nacional de Cuba se ha apagado por las circunstancias y porque «los primeros bailarines son muy jóvenes» como resultado de este éxodo.