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«La revue» por María José Navarro

La Razón
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Cuando ya pensaba que después del anuncio de Loewe no iba nunca a ver algo tan sumamente excitante y jacarandoso, va Francisco Camps y concede una entrevista personal a una revista. A mí esos reportajes a pecho descubierto, donde los políticos se dejan fotografiar, por ejemplo, en enaguas en un hotel o abrazados a un abrigo peletero, es que me chiflan, tengo debilidad. Camps, efectivamente, no hace ni una cosa ni la otra, ojo, pero ha optado por sentarse a comer una paella en la Albufera y a manejar una barca demostrando su destreza entre los arrozales. Más allá de su planta pinturera y de su dentífrica sonrisa, el ex Presidente del Consell valenciano imparte una estupenda lección de cómo sacar los pies del tiesto y la gaita de una maceta. Por lo visto, en Génova y a pesar de los intentos de Camps por rectificar eso de que sus aspiraciones pasan incluso por la presidencia del Gobierno nacional, están que trinan con su tendencia casi mesiánica, con su tono de Neo en Matrix. Desde fuera, las cosas se ven de otra manera. El propio PP, con sus homenajes y sus autos de fe, ha fomentado ese carácter de mártir al que hay que compensar por los sufrimientos y ahora llega el llanto y el crujir de dientes. Hay esperanza, no obstante, amiguitos. La otra noche, en la Residencia de Francia en Madrid, otra revista del mismo palo celebraba su vigésimo aniversario. En la puerta me crucé con Jorge Moragas, jefe del gabinete de Rajoy, que entraba después de que seguridad no le reconociera y le pidiera el apellido. Tate, pensé, que aquí se cuece la próxima. Propongo foto en bañador lavando un coche.