Escritores

Supervisando por María José Navarro

Me voy a tomar la libertad de alertarle, de advertirle de que no es oro todo lo que reluce, de ponerle sobre aviso antes de que se dé un mustio. Hemos sido muchos los que, pecando de ingenuidad, nos dedicamos desde hace ya algunos años a la nadería, a pintar la mona, a tocarnos la barriga y a la supervisión de nubes a diario, y he de decirle a Zapatero que es mucho más ingrato de lo que parece

El presidente del Gobierno, el martes, en el Senado
El presidente del Gobierno, el martes, en el Senadolarazon

Yo empecé a supervisar nubes justo el día en el que comencé a escribir en este periódico, creyendo que la chorrada era un chollo, y me equivoqué. Escribir o pensar en gilipolleces no es fácil, amiguitos, porque la actualidad te asalta con su cara más amarga y como se te ocurra bromear, te cae la del pulpo.

Aquí, a ser posible, hay que estar siempre enfadado y adivinando tragedias para que la gente te considere serio; hay que procurar que el personal quede con el alma en vilo, que pase la noche en vela y que esconda a sus niños bajo llave. Así que más vale que Zapatero sepa que esto de no hacer nada tiene sus riesgos. Para empezar, acostarse en una hamaca es casi imposible, porque eso es un sarcófago. Ahí no es posible cambiar de postura, ni darse la vuelta, y, si subirse es ya complicado, bajarse queda indigno. Las nubes no ayudan tampoco. Se empieza viendo un avión en la forma de alguna, se continúa intuyendo una cara con barba y se acaba formando palabras. «Desatranco», por ejemplo. Y eso te jode una siesta. Las avispas tienen querencia a la alpaca, nunca queda el vaso de agua cerca y te tienes que levantar porque no hay mesilla de noche, y al caer la tarde se te quedan los pies «helaos».

No es fácil, oigan, que Vds. son jijijaja y aquí estamos los pioneros, con un chungo en la cabeza después de tanto cielo y tanta mandanga. Hombre, es muchísimo más entretenido que, ya retirado, Zapatero se dedique, es un poner, a diseñar joyas. Pero no joyas con brilli-brilli, sino con pedruscos. O los bonsáis, que relajan una barbaridad cuando tienes que cortarles una rama por pocha. Luego siempre se puede aparecer en una mesa redonda y pisar algún callo que da mucho gustico. Lo que desaconsejamos a voces al todavía presidente del Gobierno es que opte por la gimnasia. Mire Vd., la gimnasia es un invento infernal que convierte a los retirados en vigoréxicos, en gente que asoma a la cubierta de un yate en pareo, sin percatarse de que la estampa queda chocante. Ea, que la fuerza le acompañe ahora que se ha decidido a una actividad inocua para el resto y de la que nos felicitamos todos aquellos que sabemos, por experiencia, que, al final, no es más que la salida a una vocación temprana.