Bogotá
Votar entre la violencia y el fraude
41 candidatos fueron asesinados en las elecciones municipales de Colombia
BUENOS AIRES- Colombia celebró elecciones regionales en medio de una densa atmósfera empañada por episodios de corrupción y violencia. El gran ganador de la jornada fue Gustavo Petro, un ex guerrillero que cambió el traje por la corbata para hacerse con la Alcaldía de Bogotá, y que ya piensa en la Presidencia.
Petro, un ex senador que militó en el izquierdista Polo Democrático Alternativo y que apeló a un fuerte discurso anticorrupción, ganó la carrera por la ciudad con el 32% de los votos. Con el triunfo de Petro, la izquierda mantiene por tercer periodo consecutivo el poder en la capital colombiana, que sigue resistiéndose al embrujo «uribista».
«Vamos a construir una democracia de multitudes. Quedó en evidencia una esperanza de cambio, no sólo sobre la situación que vive Bogotá, sino sobre un modelo para el futuro. Además, con mi elección, lo que ha hecho la ciudadanía en Bogotá es dignificar la paz. A partir de ahora se abre un panorama para que volvamos a discutir sobre la necesidad de avanzar en la reconciliación en Colombia. Esto es un mandato popular», explicó ayer Petro.
Durante toda la campaña se le vio obsesionado con el tema de la paz. A este respecto aclaró: «Yo pienso que la reparación integral de las víctimas lleva a la reconciliación. Esto es en sí mismo una política de paz. Pero quiero decirle que no estoy pensando en asumir papeles de mediador con la guerrilla ni nada parecido».
Estas elecciones estuvieron precedidas por el asesinato de 41 candidatos y la presión de los distintos grupos terroristas. Entre las víctimas había 24 aspirantes a concejal, quince a alcalde y dos para otros cargos. El número de víctimas es superior en un 52% al registrado en la cita electoral de 2007, cuando los asesinados fueron 27 personas.
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el y Ejército de Liberación Nacional (ELN) fueron de nuevo los máximos verdugos de la democracia, sembrando el terror, sobre todo, en las zonas rurales donde asesinan, secuestran y manejan a los caciques a su antojo.
Además, según las autoridades y las ONG, en más de 200 de los 1.102 municipios del país hubo algún tipo de fraude. Las FARC, con 47 años de historial terrorista contra el Estado colombiano a sus espaldas, llamaron a la abstención –que alcanzó el 60% a nivel nacional– y anunciaron que «impedirá la presencia de candidatos reconocidos del paramilitarismo».
La narcoguerrilla tampoco perdió la oportunidad de asesinar a militares colombianos en tan señaladas fechas. Desde el pasado 21 de octubre, las FARC protagonizaron nueve ataques separados que dejaron un saldo de 23 uniformados muertos, mientras que el sábado otros cinco resultaron heridos al caer en una emboscada cuando transportaban material electoral en un apartado paraje del sur del país.
En otros lugares hubo hostigamientos de rebeldes, amenazas directas a candidatos y suspensiones momentáneas de los comicios, y se registraron algunos traslados de las más de 91.000 mesas de votación por razones de seguridad. Además de las alteraciones de orden público, las elecciones enfrentan diversas modalidades de fraude, como compra de votos por dinero o materiales de construcción, suplantación de electores, trashumancia electoral y hasta coacción directa o indirecta de las guerrillas izquierdistas o grupos de ultraderecha vinculados al narcotráfico.
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