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Espectáculo bochornoso por Javier Urra
Está bien que la justicia se abra a los ciudadanos, pero es un gran riesgo hacer de ella un espectáculo televisivo, entre otras cosas, por temas procedimentales. Asimismo, porque los agresores se sienten casi artistas y piensan sólo en qué les dirán a la salida sus colegas.
Es claro que Miguel, que Samuel, que Javier («El Cuco») no sufren, no muestran compasión, no tienen perdón. Es más, están arrogantes, atentos a las cámaras, a su propia imagen y ello deviene en un espectáculo, cuando menos, bochornoso. Otro tema a debate es dónde acaba el derecho de defensa, el derecho a no declararse culpable, a mentir, a chulear, a cambiar los testimonios, a reírse de la Justicia, de las fuerzas de seguridad y de la ciudadanía.
Después de lo visto, hay quien piensa en el terrible linchamiento. Las entradas a la Audiencia han sido desdeñables y hemos visto a un Javier («El Cuco»), con el pelo largo y teñido que pareciera querer confundir la imagen de un joven pequeño, moreno y de pelo corto. Bien haremos en plantearnos si una justicia tan garantista deviene en una indefensión de los familiares de la víctima, de los seres queridos y de la gente de bien.
La ciudadanía se plantea cómo es posible tanta frialdad, tanta versión despiadada, tanta incapacidad para conocer la verdad. Alcasser supuso una herida que sigue abierta, confiemos en que este caso de Marta del Castillo no se convierta también en otra herida sangrante.
Javier URRA
Psicólogo forense
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