Barcelona

Un adiós entre lágrimas

Serafín Marín cortó dos orejas para salir a hombros en «su» plaza

Para la última tarde de La Monumental, Serafín Marín toreó con un capote diseñado por María Franco, sobrina de Rafael Alberti, en el que se podía leer la palabra «Libertad»
Para la última tarde de La Monumental, Serafín Marín toreó con un capote diseñado por María Franco, sobrina de Rafael Alberti, en el que se podía leer la palabra «Libertad»larazon

Barcelona- Serafín Marín se arrodilló en el centro del redondel, de su plaza, la Monumental de Barcelona y besó el suelo. La arena. La mítica arena de la Monumental. Y la plaza rugió con el cartel de «No hay billetes» colgado en las taquillas. Con 20.000 personas para el adiós. 20.000 almas clamaban por la libertad, agotada, interrumpida hace más de un año, planeada hace tres décadas. Serafín abanderó la causa aquí y en el más allá. Si en la Feria de San Isidro hizo el paseíllo con la senyera como reclamo de la Fiesta en su ciudad, tiempo le faltó para presentarse en el Parlamento catalán a defenderla.

Ayer le robaban el alma. Su infancia, la que pasó en los tendidos de la Monumental de la mano de su padre, que quiso ser torero y no llegó. Como tantos enamorados de la Fiesta. Su hijo, sí. Se convirtió aquí en matador de toros y a hombros atravesó el umbral de la cotizada Puerta Grande en muchas ocasiones. Casi tantas como había soñado hasta que una mañana le mandaron misiva de cierre sin explicación.

Capote de María Franco
Serafín Marín tenía ayer la responsabilidad de la tierra. Y quiso sorprender y salió al ruedo a parar a su primer toro, el tercero de la tarde, con un capote peculiar. Abajo, en los vuelos, se leía la palabra «libertad», de una obra de la sobrina nieta de Alberti, María Franco. Toreó. Quiso. Se entregó con el nerviosismo y la tensión que provocan la última vez. La última vez de casi nada quisiera saber yo. Y se peleó con él y con sus antagonistas, mientras parecía que todo era poco para el adiós. Muerto el sexto, trabajada faena, con las dos orejas en la mano se fue al centro del redondel y la ovación fue recíproca: del torero al público y del público al torero.

Quedaba la sensación de no saber qué hacer. Había llegado el fin y el fin no era. Lo sacaron a hombros y de tan lejos, tan lejos, arrebatadas las calles de Barcelona con un canto a la libertad, lo llevaron al hotel. No al suyo, al de José Tomás. Caprichos, quién sabe. Qué sabe nadie, cuando se apaga la luz de la Monumental, si nadie lo impide. Tres cartas quedan: la Iniciativa Legislativa Popular auspiciada en las mismas tierras catalanas, el Tribunal Constitucional y las elecciones del próximo 20 de noviembre...

El tiempo dirá, pero hasta aquí hemos venido para sufrir un funeral. Un paso más allá lo seguiremos gozando, aunque la grandeza de la Fiesta quedó latente en Barcelona. Gloriosa tarde de Morante de la Puebla, José María Manzanares y El Juli. Intensa y triste la de Juan Mora, José Tomás y Serafín a pesar de la grandeza. El torero catalán emigrará para torear.


CAPOTE DE PURO ARTE
Para la última tarde de La Monumental, Serafín Marín toreó con un capote diseñado por María Franco, sobrina de Rafael Alberti, en el que se podía leer la palabra «Libertad». El torero catalán lo meció con temple para salir a hombros