Bruselas

Sáenz de Santamaría: «Gracias pero ahora hay que seguir currando»

Con este sms Soraya Sáenz de Santamaría agradecía ser «número 2». Un premio al trabajo y la lealtad

Sáenz de Santamaría comparte con Rajoy el celo por su vida privada
Sáenz de Santamaría comparte con Rajoy el celo por su vida privadalarazon

Madrid- Desde 1996 todos los Gobiernos han tenido dos vicepresidentes, uno económico y otro político. Está por ver si Mariano Rajoy, de ganar, respetará los precedentes vicepresidenciales y señalará también dos «primeros espadas», aunque la lógica indica, y la tesis dentro del propio partido la secunda, que así será. En ese hipotético escenario, lo que ya no se ve tan hipotético es que la persona llamada a ocupar la vicepresidencia política y a ser la portavoz del Gobierno sea la actual portavoz parlamentaria, Soraya Sáenz de Santamaría, su escudera en la lista por Madrid. En un sitio o en otro, Sáenz de Santamaría será su mano derecha en un futuro Consejo de Ministros del PP y la encargada de coordinar el trabajo y la agenda de todos los Ministerios. El ascenso de Sáenz de Santamaría dice mucho del propio candidato a la presidencia del Gobierno. Es él quien en última instancia ha dado luz verde al triunfo de la normalidad, al de alguien que en un principio llegaba de fuera, sin más mérito que su expediente, y que se ha ido haciendo su sitio a base de trabajo, disciplina y lealtad ciega al «número uno».
Posiblemente el sms con el que ella respondió a las felicitaciones que la inundaron el día en el que se hizo oficial su «número dos» en la lista de Madrid sintetiza mejor que nada por qué Rajoy ha encumbrado hasta los altares a aquella joven promesa por la que muy pocos dentro del PP daban algo el día en el que, contra viento y marea, la nombró portavoz parlamentaria después de la amarga derrota de 2008. «Gracias, pero ahora a seguir currando», rezaba la contestación que más de un diputado y dirigente recibieron de la todavía hoy portavoz en el Congreso. Rajoy es de equipos livianos. Y en ese selecto núcleo de confianza dejó entrar, porque en su día la invitó Francisco Villar, a una chica de Valladolid, de padres de clase media, que se sacrificaron porque su hija única pudiera llegar a donde ellos no habían llegado. Muy buena estudiante de instituto (el Zorrilla) y universidad pública, que a base de esfuerzo se convirtió en abogada del Estado y fue premiada por su brillante expediente. Sáenz de Santamaría se encontró con Rajoy por una de esas casualidades de la vida: un amigo de carrera, destinado en Moncloa, le advirtió de que en el Gabinete de Rajoy buscaban a una abogada del Estado, y desde León, su primer destino, se cogió un autobús y se plantó en Madrid para someterse a la correspondiente entrevista. Nunca más volvió a León: la chica de provincias, condición de la que sigue haciendo gala, sin carné de partido y sin ningún conocido dentro del PP, se quedó como asesora del vicepresidente de Aznar. Y de ahí, en 2004 dio el salto orgánico a la Secretaría de Política Autonómica, también para sorpresa del aparato del partido. Desde entonces no ha parado de subir.

Una «tía normal»
Pero en este caso de ascenso meteórico en la dinámica partidista hay pocas casualidades y pocas inercias. El mentor y la discípula convertida en «mano derecha» comparten el celo por su vida privada y la desconfianza hacia casi todo lo externo. Sáenz de Santamaría cuenta poco, o nada, de lo que hace o de lo que tiene fuera de la política. Buceando entre sus más allegados en el PP uno descubre que saben lo justo de la portavoz: su madre es de un pueblo de Soria; a su marido (también abogado del Estado) le conoció durante el semestre de Presidencia española de la UE en la etapa de Aznar porque él estaba destinado en Bruselas; sus mejores amigos son compañeros de Valladolid a los que busca en cuanto tiene algo de tiempo libre; se jacta de ser una «tía normal» que tiene asumido que volverá a su trabajo como abogada del Estado cuando termine su experiencia política; y le gusta trabajar en equipo, implicándose como la que más. «Es la última que se marcha y la primera que llega. Su perfeccionismo puede abrumar, si no acabar siendo insoportable», confiesa uno de sus allegados en el grupo parlamentario, que bromea con que «por prudencia» prefiere mantener el anonimato. Por cierto, su inminente maternidad –su primer hijo nacerá a finales de noviembre– no le ha cambiado el paso. Sus personas de confianza, con quienes contará si es destinada a más elevadas responsabilidades, son pocas pero son suyas de verdad. Ahí están Francisco Villar, apartado de la primera línea por problemas personales, Fátima Báñez, José Luis Ayllón, Alfonso Alonso, Arturo García Tizón, José María Lasalle y María González Pico.