Ciudad del Vaticano
El Papa condena el holocausto gitano
En el 75 aniversario del martirio del primer beato gitano, Benedicto XVI se reunió ayer con 2.000 gitanos en el Vaticano y recordó las persecuciones sufridas por este pueblo durante la época nazi
El pueblo gitano fue ayer homenajeado por Benedicto XVI, quien se encontró con 2.000 de sus miembros provenientes de 20 países europeos en el aula Pablo VI del Vaticano. Es la primera vez que un Pontífice recibe en audiencia a representantes de esta comunidad. «Nunca más vuestro pueblo debe ser objeto de acosos, rechazos y desprecios», dijo el Papa, instando a la «conciencia de Europa a que no olvide» todo el dolor infligido a los cíngaros. Con estas palabras Benedicto XVI quiso recordar el holocausto que sufrieron los gitanos durante el nazismo. Cerca de medio millón de personas de esta etnia perdieron la vida durante aquellos años en un genocidio muchas veces olvidado.
«Por desgracia, a lo largo de los siglos habéis conocido el sabor amargo de la falta de acogida y, a veces, de la persecución, como ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial: miles de mujeres, hombres y niños fueron bárbaramente asesinados en campos de exterminio», dijo el Papa. Suscribió en su discurso Benedicto XVI las palabras de Pablo VI («Estáis en el corazón de la Iglesia») y rememoró su visita al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau en mayo de 2006, cuando se arrodilló frente a una lápida en lengua romaní que recuerda a los gitanos asesinados por los nazis.
El Papa calificó la historia de esta etnia de «compleja» y «dolorosa en algunos períodos». «Sois un pueblo que no ha vivido ideologías nacionalistas, no ha aspirado a poseer una tierra o a dominar a otros», afirmó, animando a los gitanos a que «busquen siempre la justicia, la legalidad y la reconciliación» y pidiéndoles que se esfuercen para «no ser nunca causa de sufrimiento ajeno».
Testigos del dolor
En la audiencia tomaron la palabra varios miembros de esta comunidad. Una de ellas era Ceija Stojka, superviviente del genocidio nazi. «Cuando nací, en Austria, en mi familia éramos más de 200. Sólo seis conseguimos sobrevivir a la guerra y al exterminio. Era una niña y tuve que ver morir a otros niños, ancianos, mujeres, hombres. Vivía en el campamento de exterminio entre estos muertos y casi muertos y me preguntaba por qué. ¿Qué habíamos hecho de malo? Siento todavía el olor de los cuerpos quemados. ¿Cómo puedo vivir con estos recuerdos? ¿Cómo puedo olvidar lo que hemos vivido?», dijo Stojka.
También habló un estudiante gitano italiano de 18 años, nacido y crecido en un campamento nómada de Roma. «En el colegio no te consideran igual que los demás. Cuando creces, buscas trabajo y en tus documentos ven dónde vives te dicen: "No gracias"», contó el joven, que lamentó que haya miembros de su etnia que se comporten mal, y que «toda la comunidad» pague por ello.
El encuentro se celebró con motivo del 75 aniversario del martirio y de los 150 años del nacimiento del gitano español Ceferino Giménez Malla, asesinado por milicianos republicanos durante la Guerra Civil por defender a un sacerdote y negarse a dejar de rezar el Rosario. Por ello fue beatificado en 1997. La audiencia fue organizada por el Pontificio Consejo para los Migrantes y los Itinerantes, junto a la Comunidad de San Egidio.
«Patrón de los gitanos»
Ceferino Giménez Malla (1861-1936), conocido como «el Pelé», es el primer gitano beato. Nació en Fraga (Huesca) y trabajó como feriante. Caritativo y piadoso, fue un ejemplo de religiosidad. Durante la Guerra Civil fue fusilado por defender a un sacerdote y llevar un rosario.
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