Literatura

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El sol del limón

La Razón
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La diferencia entre un poeta atlántico y otro mediterráneo es que mientras aquél adopta una actitud adánica, éste se enfrenta a unas aguas culturalmente cimentadas, donde «las horas de la tarde están embalsamadas», «los mapas por descubrir no existen», y a cuyos pies «se encuentra el origen del mundo», como se dice en el poema central «Mediterránea». Se trata de un mar señalizado para propiciar el retorno de Ulises, por oposición al arrumbamiento oceánico de Robinson. Sin embargo, desde su condición netamente «insular», José Carlos Llop (Mallorca, 1956) aglutina aquí ambos mitos.

La nostalgia del esplendor cultural, en una atractiva visita guiada con profusión de homenajes coincide con la de la propia juventud transcurrida, o por la desaparición de los seres queridos, como sus hermosas elegías a los padres muertos. «El tiempo es un coleccionista de antigüedades», dirá Llop, como muestra de lo que, acaso, es su mejor baza: el cincel de aforismos y de una meditación coral y fragmentaria, que, no obstante, dan a sus versos la enjundia de un «poema-isla». Para redimir por igual épica (Ulises) y naufragio (Robinson), Llop propone permanecer en la propia isla amancebado con los clásicos, y en una suerte de celebración franciscana del entorno: «Todo es tan sencillo,/los limones, la flor del níspero,/como no haberse ido».

«Cuando acaba septiembre»
José Carlos Llop
LUMEN
64 páginas. 13,90 euros.