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El verso rimado por Alfredo MENÉNDEZ
Los que disfrutan despellejando a Ana Botella suelen recrearse en alguno de sus grandes momentos. Y los ha dado, no lo vamos a negar, por ese extraño magnetismo que tiene para meterse en jardines. Pero es un análisis demasiado simplista: no se dan cuenta de que si estuviéramos ante esa política tan frágil como la que dibujan no estaríamos colocándola como la más que posible primera alcaldesa de Madrid.
Concejal con Gallardón desde el minuto uno, bisagra entre Sol y Cibeles en los momentos más difíciles de estos ocho años, ha tenido esa rara habilidad de llevarse bien con Esperanza y Alberto y eso no lo pueden decir muchos. Nunca ha ido de verso suelto, lo suyo ha sido más rimado. Ha luchado contra dos sombras alargadísimas: la del alcalde y la de su marido. Se encargó de los servicios sociales en la primera legislatura, luego Medio Ambiente y ahora también Movilidad. Ha ido ganando peso y fue la gran beneficiada de la última remodelación municipal de hace cuatro meses que ya vaticinaba lo que estamos contando. Los que disfrutan con sus patinazos afilan sus garras: habrá más porque es ley de vida. Pero igual ya no les hace tanta gracia. La primera dama, que parecía que iba de concejal florero, ahora puede ser alcaldesa. Así que habrá que ir cambiando la biografía en Wikipedia. No hay más que bajar hasta la segunda línea para ver que Ana Botella es la esposa de Aznar y en la bio de Aznar sólo se cita de refilón a Ana Botella. Quien ríe el último –gaviota o no– ríe mejor.
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